_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La "frontissa"

Los resultados de las elecciones generales han confirmado la posición de Jordi Pujol como la única "bisagra" operativa del Parlamento español. Esta situación se debe a tres razones: la razón aritmética, dado que sus 16 diputados (antes 17) han sido y son la única bolsa suficiente para completar una mayoría a cualquiera de los dos grandes partidos estatales, una vez marginada del juego la tercera, Izquierda Unida. Su ubicación en el centro político, que le permite llegar a acuerdos de forma natural tanto con el centro izquierda como con el centro derecha. Y finalmente, que ésta es la vocación asumida por el nacionalismo catalán en la actualidad, tras ver cómo fracasaban otras opciones.Sin embargo, el hecho de que este papel sea protagonizado por un partido nacionalista implica ciertas peculiaridades que le diferencian de fuerzas europeas semejantes, dificultando, como ocurre estos días, la firma de acuerdos. Se trata, pues, de una singularidad del mapa español, una bisagra "a la catalana" (la frontissa).

Pujol es un hipotético complemento de González o Aznar si cualquiera de ellos no obtiene una mayoría suficiente, pero a su vez encabeza el partido más votado en una parte del Estado. Actualmente, además, necesita su propio complemento, una bisagra de la bisagra. Por tanto debe tener en cuenta el juego de mayorías en el Parlamento de Cataluña (su preocupación prioritaria) mientras negocia en el Congreso.

La ideología nacionalista y el peso de la historia han generado también en Convergencia i Unió dos fuertes impulsos de carácter contradictorio. Por un lado ambicionan tomar parte en las decisiones del Gobierno de España, pero por otro, su primera reacción es de pánico cuando les ofrecen la fórmula más rotunda de ejercer el mando: el Gobierno de coalición. Esta actitud les aleja de algunas de las fórmulas típicas europeas, como el Partido Liberal alemán, un pequeño grupo que sólo tiene sentido como fuerza de gobierno. Una peculiaridad más: los partidos con vocación de complemento mantienen relaciones más estables de lo que parece. Los liberales alemanes, por ejemplo, sostienen los pactos por largos años. Con los socialdemócratas gobernaron 13 años consecutivos. Con los democristianos llevan otros tantos. Sólo cambiaron de socio cuando percibieron que se había agotado un ciclo político.Un cielo completo

La velocidad de la dinámica Política española puede llevar a Pujol a agotar un ciclo completo en poco tiempo. Entre el 93 y el 95 colaboró intensamente con González (el centro izquierda) hasta que pensó que la etapa socialista se había consumado. Entonces le retiró su apoyo, provocando unas elecciones anticipadas. Ahora se dispone a explorar la posibilidad de algún tipo de acuerdo con la alternativa (el centro derecha de Aznar).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los liberales aleanes meditaron largamente su cambio de pareja a principios de los ochenta. Pujol se lo toma todavía con más sosiego.

Ser bisagra a la catalana exige una serie de movimientos sumamente delicados.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_