_
_
_
_
_
Tribuna:DE SALINAS A ZEDILLO / Y 2
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fin del sistema mexicano

Desde la II Guerra Mundial, las sucesivas administraciones norteamericanas han apoyado a los gobiernos mexicanos del PRI porque éstos les aseguraban la seguridad de su frontera sur. Los vicios antidemocráticos del PRI eran condonados por ese motivo. Los magnificados pecados de Gobiernos democráticamente electos, como los de Arbenz en Guatemala, Goularu en Brasil, Cosch en la Dominicana o Atiende en Chile, provocaban intervenciones y derrocamientos. Las virtudes autoritarias del PRI, sólo mimos y ocasionales regaños por no romper con Cuba. Pero si el PRI-Gobierno deja de servirles a los norteamericanos, si a la ola de trabajadores migratorios, a la creciente fobia antimexicana en Estados Unidos, a la crisis económica de México, a la muy expuesta decisión de Clinton de hacer el préstamo de emergencia a México y al arma crítica y electoral que esto, el TLC (Tratado de Libre Comercio), el racismo y la xenofobia le dan a los republicanos, se añade una marejada de corrupción como la que ahora nos inunda, un desprestigio internacional como el que ahora nos amenaza, el Gobierno norteamericano va a buscar fórmulas de recambio. Si Zedillo no las ofrece, Estados Unidos idealmente indicarán al PAN, aureolado por sus victorias electorales, como el garante doble, de la democracia en México y de la estabilidad estratégica norteamericana.Pero la responsabilidad del presidente de México es la más grande, de todas: aquí, en Tijuana, en Ciudad Juárez, en Matamoros, empezamos nosotros, toda América Latina. Ésa es, nos guste o no, la- carga si ustedes lo dicen, la fortuna si prefieren, de México: ser el rostro mismo de una identidad, el escudo mismo de una independencia. No podemos renunciar a esa posición histórica, ni siquiera no hay porqué- en nombre de la interdependencia creciente entre México y Estados Unidos. Sólo hay interdependencia entre independientes. Si no, hay servilismo. Carlos Salinas lo sabía y me lo dijo un día: Los Estados Unidos no quieren el petróleo. Quieren el poder.

No cometerá otra infidencia. Pero si cito esta frase del entonces presidente de México es porque se inscribe en el tema. que él mismo ha puesto en el centro del actual debate: '.'Esta tremenda lucha política". La lucha es por el poder y el poder es para determinar qué clase de país vamos a ser', qué, clase de modelo, nos va a regir, qué clase de comunidad vamos a ser, qué clase, de comunidad vamos a construir para el siglo XXI., Carlos Salinas no se mide para declarar, con énfasis digo de Siqueiros, "no hay más ruta que la nuestra": "El proyecto de reforma que yo impulsé, con los problemas y errores que asumo, se llevó a cabo porque en el mundo de hoy no parece que otras naciones sigan un camino más eficaz. En el deba te interno del país no se ha presentado un proyecto alternativo claramente mejor, excepto volver a repetir experiencias de pasado".

Disiento de esta afirmación del licenciado Salinas por vanos motivos. En primer Iugar, supone la existencia de un capitalismo monolítico mundial, basado en las teorías y prácticas salvajes de los Gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, dos formas antiestatistas que cargaron a sus respectivas naciones de mayores deudas, cargas y reglamentos que en toda su historia pasada: para combatir al Estado se creó: un super-Estado encargado de combatir al Estado. Ésta es la "economía vudú" como la llamó, en un arrebato de lucidez, George Bush: disminuyen impuestos, aumenten gastos de defensa y olvídense de los déficit. La riqueza acumulada en la cima goteará, tarde o temprario, hasta las bases sociales, hará ricos a los pobres. No sucedió. Nunca ha sucedido. Jamás sucederá.

Hay otro capitalismo, el de la, Comunidad Europea en términos generales, que al lado de la iniciativa empresarial y la filosofía de las ganancias, estimula el capítulo social de la economía extiende las redes de la protección social que permiten sobrellevar las inevitables crisis del capitalismo, reparte riqueza, ciuda educación, comparte la gestión con los trabajadores, y confía en que a mejores condiciones laborales, mayor número de consumidores, mayor estabilidad política y mayor responsalbilidad colectiva.Y existe, por último, el capitalismo de Estado japonés, acaso el capitalismo más vigoroso del mundo, en el que el sector. público (el famoso MIT) y el privado, caminan de consuno.

México es un país de casi cien millones de habitantes, en el cual cerca de cincuenta millones viven en la pobreza y por lo menos veinte millones en la miseria. Carecemos de los colchones que en Europa y Estados Unidos hacen llevaderas las crisis para las capas menos favorecidas. La mayoría de los mexicanos no ha conocido otra cosa sino la pobreza. El Estado revolucionario le amuebló la casa a una burguesía comercial e industrial incipiente . y en vez de exigirle que pagara la renta, le subsidió a la servidumbre, le regaló la luz eléctrica la gasolina del auto y hasta el auto mismo. El modelo de la sustitución de importaciones, la hiperprotección de la clase empresarial y las altas barreras aduanales, nos permitió, sin embargo tener un desarrollo sostenido del 6%. anual con inflación de un dígito, durante 40 años. La crisis del sistema a partir del 68 y Tlatelolco llevó a Luis Echevarría a extender el sector público para fortalecer el papel del Estado como impulsor del desarrollo. Como en el resto de América Latina, esta política, lejos de fortalecer al Estado, lo debilitó: de Argentina hasta México, el estatismo crepuscular hizo promesas que fisicamente no podía cumplir, convirtiendo al Estado en sostenedor efectivo de demasiados clientes: fuerzas armadas, empresas privadas," clase obrera, clase media, campesinado, acreedores extranjeros marginó a los demás.José López Portillo sacó la varita mágica para exorcizar todos los problemas y preparamos para "administrar, la riqueza" el petróleo.

Bastó la coquetería 50 millones del mercado petrolero -saturación y de mexicanos bajá del precio para- hundimos en viven el hoy de la deuda externa y eterna en la pobreza Miguel de la Madrid libró una batalla de retaguardia: en la miseria fue el capitán de un barco que estuvo ' a punto de hundirse, que no se hundió gracias a él, pero que tampoco pudo salir del cabo de las, tormentas y dirigirse a alta mar. Ésta fue la misión del audaz, inteligente, carismático, seductor Carlos Salinas de Gortari -que dejó la presidencia con un 75% de la aprobación de las encuestas.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Hágase un día, con mayor objetividad de la que hoy es posible, el balance del sexenio de Carlos, Salinas de Gortari.

Hay luces. Hay sombras. Hoy sólo vemos éstas. La irritación, el coraje, la inflamabilidad de la mayoría de los mexicanos contra Salinas es algo nunca visto; él es, en efecto, "el villano favorito" como se decía el actor Eric von Stroheim en la era del cine mudo "el hombre al que usted adora odiar". ¿Por qué este brutal en no? Porque nadie llevó las expectativas nacionales tan alto como Salinas sólo para verlas, al cabo desplomarse tan bajo. Durante otra grave crisis, la de la deuda e 1982, había en México bastan dinero para que el aumento de las tasas de interés le produjera buenas ganancias a la clase media.En 1.995, los bolsillos están vacíos y aumento de las tasas sólo significa tarjetas de crédito impagables: movimiento de El Barzón no pudo ocurrir en 1982, es el producto más típico del empobrece miento actual. Acumúlese a esto la desesperación. de una pobreza general no superada, sino peor que nunca; un millón de empleos perdidos en lo que va de este año; descenso brutal del poder adquisitivo; el deterioro creciente de Ios servicios sociales. Salinas, el vendedor de ilusiones, es el blanco comprensible de los agravios acumulados del pasado lejano y de pasado inmediato. Se le identifica con un modelo en bancarrota que sólo ha entregado más corrupción , más pobreza, inestabilidad crimen...Sin embargo, éste es sistema, éste es el modelo que el presidente, desde su peregrina defiende, y el que su sucesor no sólo hereda sino que, asimismo hace suyo.

¿No hay más ruta que ésta ¿Está condenado Zedillo a pagar los platos rotos de la política de s antecesor y multiplicar sus errores de fascinación macroeconómicos moneratismo rígido, e intolerable abstracción del sujeto real de la vida económica, el ser humamo, su familia?

No hay qué poner la carreta la macroeconomía por delante de los caballos de la microeconomía. Hay que crear empleos y fortalecer el poder de compra del salario.

La disiciplina fiscal en sí no ganará, tampoco, más inversiones. Esta no vendrá en plan de socorro a un moribundo, sino de asociación con un atleta. Las inversiones vendrán en grande cuando los extranjeros nos vean reiniciar una producción vigorosa. L soluciones externas, son negociables y lo serán cada vez mas adentro del país se privilegia a 1la pequeña y mediana empresa, se da prioridad a la producción, empleo y el salario y se alivia a la clase media hoy a punto de ahogarse en deuda, vertical descenso de vida, imposibilidad de pagar la tarjeta de crédito la mensualidad del auto, la hipoteca del apartamento, la escolaridad de los niños icarajo!, ni la casa chica,...

No hay otras soluciones, ni el estatismo del pasado la mercadalotría del presente. El problema no es m gobierno ni menos gobierno, mejor gobierno.

¿Tendremos todos los ciudad nos, desde el presidente hasta el último de los marginados, la voluntad, la imaginación, el patriotismo, para proponer y crear la comunidad mexicana del siglo que viene?.

Esto es lo se se juega en medio del desplome de un sistema político anticuado, la injuria de los crímenes y corrupciones sin fin, y, agotamiento de los modelos de desarrollo en quiebra, lo mismo el Echeverría que el de Salinas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_