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El horno de Mataró emite hasta 32 veces más dioxinas que lo autorizado para Valdemingómez

En la planta más moderna de España se cree que no está probada la tecnología para cumplir la norma de Madrid

La incineradora de Mataró, la más moderna de España junto a la de Madrid, es comparable a la de Valdemingómez en cuanto a la avanzada tecnología que aplican para reducir al máximo la expulsión de partículas contaminantes. Sin embargo, en lo que se refiere a la emisión de dioxinas (un veneno 300 veces más poderoso que el cianuro), Mataró no se encuentrasometida a una normativa tan estricta como Valdemingómez. El Gobierno regional madrileño ha fijado el límite en 0,1 nanogramos (una milmillonésima parte de gramo) por metro cúbico. En Mataró,donde ese máximo es sólo una recomendación, el pasado febrero se registraron 3,22 nanogramos, 32 veces más de lo permitido en Madrid. Ambas plantas carecen de un depósito de cenizas tóxicas.

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Xavier Manté, ingeniero y director de Medio Ambiente de TVRM, la empresa explotadora de la planta de Mataró -localidad ubicada a 40 kilómetros de Barcelona-, lanza una seria advertencia a Madrid: "No recomendaría a nadie intentar alcanzar ese límite [de 0,1 nanogramos por metro cúbico fijado por la Comunidad para la emisión de dioxinas], ya que la tecnología para conseguirlo no está suficientemente probada". Manté piensa que la limitación compromete seriamente el funcionamiento de Valdemingómez.La incineradora catalana trata las basuras de los 110.000 habitantes de la ciudad, además de la que producen otros 170.000 vecinos de los 30 municipios de la comarca del Maresme. Este horno quema 500 toneladas de basura a la hora. El de Madrid llegará a 600.

La planta del Maresme se somete a la legislación de la Generalitat de 1994, que en cuanto a las dioxinas no señala límite alguno, tan sólo dice literalmente: "Se procurará que los valores medios durante un muestreo de entre seis y ocho horas no supere los 0,1 nanogramos por metro cúbico de aire".

Una vez al mes (en Madrid se hará cada 15 días) la Empresa Consultora de la Administración (ECA), depediente de la Generalitat, mide las dioxinas. Su trabajo es comprobado por los laboratorios de la Universidad de Barcelona. Los resultados de esta medición indican valores muy oscilantes entre enero y noviembre de 1995: el mínimo ascendió a 0,73 nanogramos por metro cúbico, en noviembre, y el máximo, a 3,22 (febrero), lo que significa una emisión 32 veces superior a lo que está permitido en Valdemingómez.

El Centro Integral de Valorización de Residuos del Maresme, nombre oficial de esta planta aprobada por el Ayuntamiento socialista en 1992, es el orgullo del alcalde, Manuel Mas Estella.

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La publicidad institucional reza: "Hacer del Maresme una de las comarcas más limpias del mundo se consigue paso a paso". Este folleto explica a los vecinos que un kilo de basura genera la energía suficiente para hacer funcionar un televisor durante dos horas. Los 10 megavatios a la hora generados equivalen a un tercio del consumo eléctrico de la ciudad de Mataró.

La buena aceptación del horno de Mataró se debe a que las basuras no se queman sin más. Del total de 750 toneladas diarias de residuos que llegan a la planta, un 57% es reciclado. Se separa el vidrio, papel, plásticos, metales y restos textiles para su reciclaje. Un 5,4% de la materia orgánica se convierte en abono, que compran los payeses de la región, eso sí, con precios "políticos". El otro 43% va a parar a los dos hornos, con capacidad para incinerar 11 toneladas por hora. Una quinta parte de lo quemado se convierte en escorias, mientras que un 5,2 son cenizas tóxicas.

No hay cenicero

Mataró, igual que Valdemingómez, carece de vertedero para las cenizas tóxicas. Tampoco son inertizadas (un tratamiento a base de aditivos, para que no suelten al suelo del vertedero, y en definitiva a las aguas, al llegar a la capa freática metales pesados). Xavier Manté explica que se trasladan a un vertedero, aunque dentro de unos meses la Generalitat obligará a que las cenizas sean inertizadas. También en Madrid, el director de la Agencia de Medio Ambiente, Ignacio Claver, ha dicho que las cenizas serán inertizadas antes de ir a parar al vertedero de residuos de San Fernando de Henares.

Los hornos de Mataró y de Valdemingómez tienen que cumplir con unas condiciones de combustión fijadas en 1989 por una directiva de la Comunidad Europea. Los parámetros europeos han sido vertidos a la normativa de la Generalitat de Cataluña de agosto de 1994 y en el Real Decreto del 11 de septiembre de 1992 del Gobierno central, que se refieren a los límites a la emisión de contaminantes de las plantas de resiudos municipales.

Lo que dicen las leyes es que, bajo unas condiciones técnicas concretas (que se muestran en el gráfico), los contaminantes más

peligrosos para la salud (monóxido de carbono, ácido clorhídrico y dioxinas) se destruyen. Mientras, el grupo ecologista Aedenat, así como sus hermanos en Cataluña, Acció Ecologista, consideran que, aunque se queme un 95% de estas partículas, existe peligro para el hombre. Lógicamente, apoyan la afirmación con estudios científicos.Los responsables de los hornos españoles forman un club de creyentes en la incineración como método óptimo para tratar las basuras, siempre que previamente se haga una separación de los materiales reciclables y de la materia orgánica para fabricar abono. Y añaden a sus bondades el hecho de que genera energía eléctrica.

Argumentan que la tecnología conjura el mayor peligro de los hornos para la salud: las dioxinas. Admiten que las plantas antiguas eran una de las mayores fuentes productoras de este veneno (que en ratas produce cáncer, pero no está demostrado que lo haga en los humanos), pero añaden que las modernas emiten menos dioxinas que una acería, e incluso que una cocina doméstica. Así lo afirma Carlos Martínez Orgado, director ejecutivo del Club Español de los Residuos, que reúne a todas las empresas del sector. En España hay ocho incineradoras, la mayoría en Cataluña: aparte de Mataró y Valdemingómez, hay hornos en Viella (en pleno valle de Arán), Montcada y Sant Adrià del Besos (ambas queman los residuos de Barcelona, y la primera tiene 20 años), Tarragona, Gerona y Mondragón (Guipúzcoa).

A los tecnócratas se oponen los grupos ecologistas nacionales. Rechazan la incineración porque, si hay facilidades para deshacerse de los residuos quemándolos, las administraciones municipales nunca van a iniciar campañas ciudadanas para conseguir que la producción doméstica se reduzca. Minimizar las basuras y reciclar todo lo que pueda volver a ser usado es la alternativa verde a los vertederos (la solución menos recomendada y la más extendida en España) y a los hornos.

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