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Jordi Pujol afirma que la insolidaridad con el Sur es "imposible y peligrosa"

Jordi Pujol fue directo al grano. Ante el príncipe Felipe, Manuel Marín, vicepresidente de la Comisión Europea; Cristina Alberdi, ministra de Asuntos de Sociales, y el millar de profesionales e intelectuales reunidos en la inauguración del Foro Civil Euromed, dijo: "Hay un sector de la opinión pública española, y de la europea, que tiene la siguiente postura respecto al Magreb: no queremos ni naranjas ni claveles del Magreb; no queremos que nuestros industriales pongan fábricas en el Magreb; queremos pescar todo lo que deseemos en aguas del Magreb, y no queremos inmigración del Magreb". Esa actitud, añadió, es no sólo "insolidaria", sino "imposible, peligrosa y contraria a medio plazo a los intereses españoles y europeos."

Barcelona sigue siendo la capital del diálogo euromediterráneo. A la reunión de los ministros de 27 países del lunes y el martes siguió ayer el comienzo de la de los representantes de las sociedades civiles de una y otra ribera del Mare Nostrum, convocados por el Instituto Catalán del Mediterráneo. Deben, según subrayó Marín, proponer ideas y actividades que den contenidos concretos a la Declaración de Barcelona adoptada por los ministros.Una declaración que, recordó el príncipe Felipe, se basa en "el consenso básico en torno a unos principios políticos, una dinámica económica, común, una respuesta compartida a los problemas medioambientales, un diálogo, social y cultural, una mayor tolerancia, así como una valoración más positiva del papel de la mujer y de la aportación de las migraciones a esa construccion común".

El príncipe Felipe, que criticó el hecho de que en Occidente se hayan "primado demasiado los bienes materiales sobre los culturales", citó al escritor magrebí Ibn Jaldun y al catalán Ramón Llull como ejemplos de actitudes intelectuales ejemplares. De Llull recordó que definió al Mediterráneo con estas palabras en catalán: "La mar, correntia del mundo"; el mar como metáfora del mundo. Pujol también citó a Llull, cuyo objetivo, dijo, era que "hubiera entendimiento entre cristianos, musulmanes y judíos".

El presidente catalán no tuvo el menor reparo en señalar dos de los problemas que dificultan hoy ese entendimiento: la egoísta actitud de numerosos sectores sociales españoles y europeos cuando comienza a plantearse la apertura de sus mercados a los productos del Sur, y los temores que expresan a la llegada de inmigrantes.

"Es muy difícil, por no decir imposible", dijo Pujol, "que a corto plazo no haya inmigración, pero. a medio [plazo] sí que puede conseguirse el equilibrio si hay estabilidad política, desarrollo económico y un creciente bienestar en los países del Sur". Entretanto, agregó Pujol, "todo aquel que tenga la posibilidad debe hacer pedagogía" para que la actitud de esa "mayoría de la población" reacia a los inmigrantes no termine constituyendo "un problema peligroso".

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