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Tribuna
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EL BARBERO DEL METRO

CALLE ESQUILACHE

El callejero madrileño sigue castigando al marqués de Esquilache, ministro de Carlos III, que trató de recortar el largo de las capas y los picos de los sombreros de los castizos. La calle Esquilache, apeado cualquier tratamiento, es un mísero callejón sin salida ubicado junto al mercado de Cuatro Caminos, un callejón convertido en aparcamiento asilvestrado cuyos únicos inquilinos son: un vagabundo que ha instalado allí su morada provisional, guardada por un perro famélico y ladrador, y la peluquería del metro, establecimiento dedicado por la Compañía Metropolitana al aseo capilar obligatorio de sus empleados. Una institución que se mantiene, inmutable y en perfecto estado de revista, a cargo de un veterano y correctísimo profesional de las tijeras.

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