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¿Quedarse o irse?

¿Quedarse o irse? Las sociedades francesas implantadas en Argelia empezaron a formularse la pregunta cuando sucedieron los primeros asesinatos de extranjeros. Hoy ya no se la formulan: la mayor parte de las oficinas ya están cerradas, y los ejecutivos, repatriados. Los negocios se dirigen ahora desde Francia. Sólo siguen en Argelia las empresas que tienen contratadas obras de construcción. Son pocas, pero trabajan en un sector clave para la economía argelina, el de los hidrocarburos. Es el caso de Gaz de France y de su filial Sofregaz, que rehabilitan gran parte de las instalaciones de gas del país.La compañía petrolera Total redujo fuertemente su presencia y cerró varias residencias reservadas a ingenieros y técnicos en los yacimientos del Sáhara. En cambio, también en el sur del país, varias empresas francesas de servicios siguen funcionando bajo la protección del Ejército argelino.

Las sociedades francesas se resisten a abandonar Argelia, puesto que tendrían que romper los contratos, lo que les costaría mucho dinero. Además, temen que los estadounidenses o los italianos ocupen su lugar. Tanto más cuanto que gracias al acuerdo alcanzado el pasado mes de abril con el Fondo Monetario Internacional, Argelia volvió a recuperar un cierto desahogo financiero que le permite negociar con mayor margen.

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