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Tendido de sombra

La escuela de tauromaquia de Carabanchel celebra San Isidro con cuatro becerradas

El patio principal de la prisión de Carabanchel se convertirá durante cuatro días en la plaza de toros más atípica y con mayores medidas de seguridad del mundo. Desde ayer y hasta el próximo día 6 de mayo, tres reclusos de la escuela taurina de la prisión y nueve alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid torearán tres becerros y una vaca por festejo. La hora, si el tiempo y la autoridad no lo impide" (como reza en el cartel), las cinco de la tarde. Como mandan los cánones. Por segundo año consecutivo, la escuela de tauromaquia de Carabanchel -la única en su género que existe en una cárcel- organiza su feria taurina de San Isidro.Los actos comenzaron el pasado miércoles 26 de abril con un ciclo de conferencias, celebrado en el salón de actos, que corrieron a cargo de los matadores Raúl Galindo, Andrés Vázquez y Gabriel de la Casa. Aunque el plato fuerte son las corridas.

En una plaza portátil, subvencionada por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, los alumnos de las escuelas de Madrid y los de Carabanchel lidiarán cada tarde tres becerros y una vaca, respectivamente. El viernes día 6 se reserva para la gran final, en la que torearán los novilleros más votados por los reclusos: tres de la Escuela de Madrid y uno por la de Carabanchel.

La escuela de tauromaquia se gestó en 1991, cuando un profesor de EGB destinado en la cárcel tuvo la ocurrencia de aprovechar que entre los presos se encontraba el matador de toros Pedro Somolinos, quien fue su primer director. "Desde entonces se han ido sucediendo nuevos directores a medida que han ido saliendo en libertad", explican responsables del centro. El actual es William Valencia Munevar, un novillero colombiano de 23 años de edad que vino a España en 1989 soñando con la alternativa.

"Yo era novillero profesional en mi país y tenía un nombre hecho, pero tuve la mala suerte de ser detenido por narcotráfico cuando iba actuar en la Feria de Valdemorillo el año pasado", explica. Su nombre figuraba ya en los carteles.

"Aunque pronto volveré a torear, porque estoy a punto de salir bajo fianza", afirma. Por eso, toda su ilusión está puesta en la vaca que lidiará el próximo jueves ante sus alumnos y compañeros.

La modesta escuela de tauromaquia de Carabanchel, a la que asisten 12 alumnos, forma parte de una serie de cursos voluntarios que se imparten a los internos, al igual que las clases preparatorias para el certificado y el graduado escolar.

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Cada mañana, de lunes a viernes, y desde las 10.30 hasta las 13.00, se les puede ver en un rincon del patio, capote y muleta en mano, ensayando las diferentes suertes del toreo con un carretón -un toro metálico con una rueda- forjado en los talleres de la prisión.

Diversos toreros de renombre, como Curro Vázquez y Sánchez Puerto, apoyaron los inicios de la escuela, regalando algunos capotes y muletas. Más tarde comenzaron a invitar a gente del toreo para que dieran charlas. Hasta que el año pasado llegó su primera corrida.

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