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Primero Sadam, luego Sadam y después Sadam

A los tres años de la guerra del Golfo, el régimen iraquí se mantiene firme

ENVIADA ESPECIALY Sadam Husein sonrie. De las diez mil pinturas y estatuas del venerado líder que pueblan Bagdad se desprende la sonrisa del victorioso, la imagen de quien sabe que detrás de él sólo hay historia y delante, la nada. Al igual que los musulmanes rezan que "no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta", así los iraquíes aceptan que "no hay más presidente que Sadam y el clan de Tikrit es su réginien". A los tres años de que una guerra contra 30 naciones devastara su país, Sadam, de 56 años, ha logrado con su milagrosa reconstrucción apuntalar el Gobierno y sujetar con brío las riendas de Irak.

"Ustedes dicen que Sadam es un dictador, pero lo cierto es que la gente le quiere. Si no le quisieran no habría sobrevivido a tres años de un embargo total", afirma Hamad Yusef Hamadi, ministro de Información y uno de los más estrechos colaboradores del presidente, a cuyo lado trabaja desde 1974.

A nivel popular y diplomático no es precisamente un sentimiento de afecto lo que se tiene por Sadam sino más bien la penosa convicción de que en estos momentos es el único que puede mantener unido el país. La amenaza de una guerra civil de proporciones inimaginables ha llevado a propios y extraños a sumarse a las filas de Sadam.

"Estados Unidos nos reventó el país porque el nacionalismo de Sadam le parecía peligroso. Ante la amenaza shií volvió a ponerse de su lado, y nosotros, los iraquíes de a pie, hemos salido cornudos y apaleados", se lamenta Jacob, miembro de la otrora influyente minoría cristiana. Ésta constituye el 4% de la población y ha mantenido siempre una cierta distancia del régimen, a pesar de que el número tres de éste, Tarek Aziz, es uno de ellos. Ahora vive con el temor a un levantamiento shií y hace votos por la estabilidad del Gobierno.

Los aviones de la fuerza internacional siguen patruyando los cielos al sur del paralelo 32, poblado sobre todo por shiíes. En esa zona de exclusión, como en la trazada al norte del paralelo 36 para proteger a los kurdos; Irak no tiene derecho ni a levantar un helicóptero. A pesar de ello, en las marismas que se extienden al sur de Basora, fronterizas con Irán, son continuos los enfrentamientos entre el Ejército y los rebeldes shiíes.

"Tras la guerra del Golfo los fundamentalistas iraníes creyeron que había llegado el momento de incitar a la revolución en Irak, sin acordarse de que los shiíes iraquíes, como demostraron a lo largo de toda la guerra con la República Islámica (1980-1988) son antes iraquíes que shiíes. Entonces fracasaron, pero si Sadam fuese asesinado, si se disolviera el régimen, es muy posible que la religiosidad sustituyera al nacionalismo" afirma un diplomático en Bagdad. Añade que en esas circunstancias el avance de Irán sobre Irak sería imparable y destaca que ese es el motivo por el que "desde Arabia Saudí a Estados Unidos, pasando por Europa, se considere que de todos los males, Sadam es el menor".

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Kérbala y Nayaf, las ciudades sagradas de los shiíes que guardan las tumbas de sus máximos líderes religiosos (Alí, esposo de Fátima, la hija del profeta Mahoma, y el imam Husain, hijo de ambos), fueron el escenario del levantamiento shií inmediatamente después de la guerra del Golfo, el 28 de febrero de 1991.

El guardián religioso de la mezquita de Kérbala, el jeque Murtada, de 65 años, muestra los impactos ya reparados de las balas en los lugares santos. Murtada, con la fantasía de quienes escribieron Las mil y una noches, afirma que los disturbios fueron causados por "extremistas iraníes con barba que llegaron a bordo de 30 autobuses". Lo cierto es que ambas ciudades estuvieron bajo control rebelde durante 15 días. Se destruyeron la sede del Gobierno, de la policía, los registros y otras numerosas dependencias estatales, amén de las pinturas y estatuas de Sadam Husein.

Sadam, de religión musulmana suní, ha tomado en serio la amenaza shií y ha hecho numerosas concesiones a los imames. En los restaurantes del moderno y libertino Bagdad ha dejado de servirse alcohol los viernes. La televisión tiene muchos más espacios religiosos y recoge con frecuencia las plegarias del presidente. A Kérbala y Nayef se han destinado enormes sumas de dinero y "100 kilos de oro del presidente" para reconstruir y engrandecer los santos lugares. También en Nayef, se está rehaciendo el zoco. y en la mezquita de Alí se ha prohibido la entrada a los no musulmanes.

De los 20 millones de iraquíes, el 95% son musulmanes, y de ellos el 54% shiíes, pero gobiernan los suníes incluso desde los tiempos en que Irak era una provincia del imperio otomano.

Los kurdos preocupan menos, aunque no dejan de ser un factor desestabilizador. "Van a caer como una fruta niadura", comenta Hamadi, convencido de que es un simple problema de voluntad política. "Nadie quiere un Estado kurdo independiente y antes o después las fuerzas internacionales van a dejarles en la estacada" dice el ministro.

Al norte del paralelo 36, tres millones de kurdos viven un simulacro de independencia. Los árabes, el 77% de los iraquíes, no se aventuran a cruzar las ficticias líneas divisorias, pero los caminos son permeables para los kurdos que sobreviven a base de contrabando entre Turquía e Irak. "No creemos que sea necesario recuperar esa parte del país por la fuerza. Se rendirá a la evidencia". La central eléctrica que suministra a la norteña región de Dohuk se encuentra bajo control gubernamental, y desde hace seis meses en toda esa región no hay electricidad "porque el embargo impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU no permite importar las piezas necesarias para arreglarla".

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