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Tribuna
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¡Llega la dinomanía!

Los dinosaurios llegan a España. ¿Está preparada España para recibirlos? Véase un artículo de Stephen Jay Gould en la New York Review of Books del 12 de agosto, página 5 1. En resumen, dice lo siguiente: 1.-Pregunta: ¿por qué ahora y no antes? ¿Por qué la manía hoy y no hace 30 años? ¿0 100 años? Respuesta: los dinosaurios se extinguieron hace 70 millones de años, o sea,- que el alegato de los psicólogos -que los dinosaurios son "grandes, feroces y extintos"- no. vale: lo eran hace un siglo. La respuesta es no. Se trata de una operación comercial.

2. Pregunta: ¿es posible que el DNA prehistórico contenido en la sangre petrificada de un mosquito atrapado en una gota de ámbar en el Mesozoico resulte ser el 50% del DNA de un dinosaurio; que unos cientíricos lo completen con el 5.0% proveniente de una rana actual; y que... ¡abracadabra!, habemus dinosaurio? Respuesta: a) el DNA de un dinosaurio de hace 70 millones de años y el de una rana actual no se cruzan: el dinosaurio es un reptil; la rana, un batracio; sus líneas evolutivas divergieron 100 millones de años antes de la aparición de los dinosaurios; b) lo máximo que se ha encontrado de un DNA prehistórico corresponde a una fracción de un 1% del respectivo total- c) el DNA no es el resultado de la yuxtaposición de porcentajes, sino de una delicada combinación molecular. A falta de esto, el DNA no funciona. No, no es posible el habe mus dinosaurio.

3. Pregunta: ¿no es lo mismo negar la posibilidad de buscar (¡y hallar!) el DNA, o parte de] DNA, de un dinosaurio que la de buscar y hallar la otra cara de la Luna? Respuesta: epistemológicamente, la otra cara de la Luna existe, basta inventar la tecnología necesaria; elDNA, o parte del DNA, de un dinosaurio no existe, ninguna tecnología puede recuperarlo, es como pretender buscar, y hallar, los nombres de todos los soldados muertos en la batalla de Maratón. Es un fragmento de la historia irremediablemente perdído. Es inútil buscarlo. La respuesta es no.

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4. Pregunta: ¿no tiene razón el matemático que integra la expedición, Malcolin, especialista en la teoría del caos, alegando que no debemos, toquetear la naturaleza? Respuesta: el caos no es un acontecimiento raro en la vida cotidiana, sino parte integrante de la vida cotidiana y de la naturaleza. Es la regla, no la excepción. El filme se basa en el libro de Michael Crichton.

En el libro, Malcolin trata de advertir a sus compañeros del peligro de la empresa, basándose en la teoría del caos. En el filme, es justamente Malcohn quien afirma que el final atroz se debe al haber pretendido resucitar a los dinosaurios, interfiriendo así con la naturaleza -precisamente lo contrario de la teoría del caos y mucho más cercano a la prédica fundamentalista y determinista de un Billy Graham acerca de lo moralmente censurable: el hombre no debe jugar con la creación de Dios. Argumento imbécil. No, en el filme, Malcohn no tiene razón.

S. Pregunta: ¿no es emocionante ver cómo vivían los dinosaurios? Respuesta: los robots y las reconstrucciones informáticas de los dinosaurios son espectaculares y de por sí valen el filme. No así el antropomorfismo gratuito con que aparecen dotados: espíritu de familia, agresividad colectivamente

coordinada, bipedismo ocasional para alcanzar hojas tiernas ] en la copa de los árboles (los dinosaúrios reptaban), etcétera. Sí, es emocionante; no, no corresponde a la verdad.

6. Pregunta: ¿no servirá el filme para despertar valiosas vocaciones en los jóvenes? Respuesta: se han expuesto en algunos museos los robots del filme, esperando atraer más público. Así fue, pero sólo para visitar los robots, no la exposición per manente de huesos prehistóricos. Ésta, en contrapartida, perdió público. Atraer más gente, sí; pero ¿para qué? El interés real de los dinosaurios y el placer humano real están en el es calofrío con que uno observa los huesos reales de un dinosaurio de hace 70 millones de años. Los huesos de entonces son ésos, no sé trata de ninguna reconstrucción. Los robots datan dehoy, son ingeniosos y nada más. La publicidad. de un museo rezaba: "Esta exposición, única en su genero, ofrece dinosaurios espectaculares de tamaño natural, efectos especiales de gran realismo y extractos de la película, junto con los fósiles reales de la colección del mu seo". A lo que comenta Gould: ', -¿No ven que han invertido el orden correcto, y que termina remos perdiendo si los fósiles auténticos no ocupan el primer lugar y los artefactos culturales un lugar subsidiario?". No, el filme no contribuye a mejorar la cultura popular.

Hasta aquí, Gould. En definitíva, se llega al alegato de Malraux acerca de los originales versus las copias. Si no sabemos si lo que miramos es un original o una copia, tenemos derecho a que nos impresione el uno tanto como la otra. Pero si lo sabemos, ya no es lo mismo: la copia, por perfecta que sea, incluso si es idéntica al original, nos llega con una carga cultural diferente. Es el caso de Lascaux, donde la réplica es, nos aseguran, perfecta. Pero incomparable a la aventura espiritual de visitar la cueva real. Lo afirmo con conocimiento de causa.

Desgraciadamente, con todo, pasa lo que pasa con los dinosaurios. La parábola de la caverna de Platón se ha vuelto la del palacio de los espejos: ya no vemos las sombras de la realidad, sino la última de una infinita sucesión de imágenes de las sombras de la realidad. Escapar de esta mentira -de origen puramente comercial- requiere una fuerza de voluntad y una cultura que pocos poseen. Mientras tanto, y como pasa con toda reproducción o copia de un original, lo que nos llega está cada vez más lejos de la realidad, tiene cada vez menos detalles, es cada vez más pobre en significado, y cada vez resulta más fácilmente accesible.

Tal vez en ello resida el empobrecimiento, cultural que nos toca vivir: una gama cada vez más estrecha de intereses, un lenguaje cada vez más pobre en palabras, una calidad de comunicación con nuestros semejantes cada vez más pobre en contenido. Por ende, un aburrimiento cada vez mayor y un cada vez mayor inmovilismo mental.

Mario Muebnik es editor.

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