_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La importancia de las formas

El Real Madrid de fútbol, a efectos prácticos, repitió mala faena esta temporada. Llegó a su habitual cita de Tenerife con la Liga en juego, y la perdió de la misma manera. Incluso jugando peor en el día más señalado. Sin embargo, mientras en el 92 sólo faltó la hoguera pública en la Plaza Mayor de la capital, la reacción general al segundo fracaso ha sido radicalmente distinta. ¿Por qué esta sustancial diferencia, si el final ha sido el mismo? Porque las formas y los métodos variaron sustancialmente a mejor.La traslación a la selección española de baloncesto es perfectamente factible. El objetivo principal por el que se trabajaba (llegar a la final o en su defecto, luchar por el bronce) no se alcanzará. Un año más nos quedamos a las puertas de algo bueno. España tiene calidad suficiente para haberlo conseguido, lo que cuelga a la situación actual la etiqueta de fracaso. Pero esto no quiere decir que las cosas sigan tan mal como antes, y que el cambio no haya servido para nada. Eso es ser extremista, y lo que ayer era maravilloso, hoy no puede ser horrible.

El resultado ha sido el mismo, pero la forma no, y en la situación en la que se encuentra el baloncesto español, lo uno tiene tanta importancia como lo otro. Se trataba de volver a llamar la atención de una afición que había dejado de creer, incluso de atender al equipo nacional. La buena actuación en la primera fase llenó de buenas vibraciones el ambiente.

Pero en el momento clave se vuelve a perder. Fallan jugadores y técnicos, algo que, puntualmente, no es nuevo. Perder ese miedo a la derrota y sus consecuencias requiere tiempo. El camino adecuado es desproveer al fracaso de su parte lacerante cuando el antes y el después sean positivos. Si las cosas se hacen bien, como se han hecho, los éxitos es cuestión de tiempo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_