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El incremento de reclusos en Valdemoro reaviva las quejas por falta de intimidad

La población reclusa de la cárcel de Valdemoro sigue en aumento -ya hay más de 950 internos-, y sus quejas, también. En esta prisión, de las más modernas y mejor dotadas de España, al menos la mitad de los reclusos se ven obligados a compartir unas celdas que fueron diseñadas para uso individual, según fuentes sindicales. El retrete carece de una mampara o tabique que permita al recluso desnudarse y sentarse en el inodoro sin ser visto y que evite la propagación de olores. Cuatro meses -después de que llegasen a Valdemoro los primeros internos, la juez de vigilancia aún no ha encontrado respuesta a la petición que formuló al director del penal para salvaguardar la intimidad en las celdas.

En su primera visita oficial a la cárcel de Valdemoro, la juez María del Prado Torrecilla expuso al director del centro, Matías Muñoz, la necesidad de acabar con la ausencia de intimidad en las celdas. Muñoz le aseguró entonces que se estaban buscando soluciones.La magistrada, que en principio confió en las buenas intenciones, quiere ahora hechos, antes de verse obligada a dictar una orden judicial para aislar los servicios. De momento ha reclamado a Instituciones Penitenciarias -organismo del Ministerio de Justicia- que le informe de cómo y cuándo tiene previsto solucionar este problema. Sobre la mesa de su despacho en los juzgados de la plaza de Castilla se acumulan las quejas de los internos.

La falta de intimidad en las celdas "favorece la promiscuidad entre la población reclusa", según fuentes de la prisión de Valdemoro. Sin embargo, el director del centro penitenciario difiere de esta afirmación y argumenta que los presos "también se desnudan delante de sus compañeros en los servicios y en las duchas". Matías Muñoz asegura que "se sigue trabajando en la búsqueda de una solución", aunque alega que la ejecución de las obras escapa a su competencia.

Trasvase de Carabanchel

¿Por qué los arquitectos de una cárcel inaugurada hace menos de un año no previeron este problema? El Ministerio de Justicia pretendía entonces que sólo hubiese un recluso por celda. Pero la Administración no contó con el importante incremento de la población reclusa en la región y tuvo que instalar literas para aumentar la capacidad del penal. Mientras, la cárcel de Carabanchel sigue estando hacinada. En la actualidad supera de nuevo los 2.000 presos, a pesar del constante trasvase de internos a Valdemoro, que dentro de unos días acogerá a otros 50 más procedentes de Carabanchel."En Carabanchel también hay literas y celdas compartidas; la diferencia radica en que los aseos de esta prisión madrileña sí que están aislados", sostienen fuentes sindicales. El director de Valdemoro insiste en que la falta de intimidad sólo se produce durante la noche, cuando los internos tienen prohibido salir de las celdas. Durante el día pueden acudir a servicios comunes.

La colocación de mamparas en los retretes se baraja como la medida más adecuada para garantizar la intimidad de los reclusos. Sin embargo, algunos inconvenientes demoran el inicio de las obras, que ya están autorizadas. Así, las tuberías de la calefacción pasan por debajo del suelo de las celdas, lo que dificulta excavar para fijar las sujeciones. También presenta complicaciones la posibilidad de sustentar la mampara en la pared de hormigón. "La solución no es fácil, pero se está en ello", afirma Muñoz.

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En Valdemoro, además, el espacio habitable de las celdas -casi 9 metros cuadrados- se ha reducido tras la instalación de las literas. El inodoro está casi pegado al lavabo y a un par de metros de las literas. La prisión, que recibió sus primeros reclusos el pasado mes de febrero, ya está casi a pleno rendimiento. Desde hace unos días aloja a destacados activistas de ETA; entre ellos, a Henri Parot, miembro del comando itinerante de la banda terrorista, según fuentes del centro.

Sólo falta que entre en servicio el módulo, 4, destinado a presos peligrosos y otro de aislamiento. La cárcel de Valdemoro también ha asumido las funciones de albergue de internos de tránsito, los que se trasladan hasta Madrid para comparecer a juicio -cada semana llegan más de cien- tarea que antes desempeñaba la de Alcalá-Meco.

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