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UNA DERROTA QUE DEJA HUELLA

El Madrid no encuentra excusas para su fracaso

Luis Gómez

No hay excusas que valgan. Ningún protagonista del desastre madridista en Atenas, salvo el caso del base Antúnez, (dijo que el balón era nuevo y se le escurría de las manos ante la estupefacción de la concurrencia) buscó justificarse. "No tengo inconveniente en decir que nuestro partido en Atenas ha sido un fracaso", señaló el entrenador Clifford Luyk. El ambiente que rodeaba al equipo no fue especialmente dramático. "Estuvimos bloqueados durante todo el partido", resumió Biriukov. La actuación del Limoges no fue una sorpresa porque el Madrid grabó los entrenamientos que el club francés hizo en Atenas.

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La cadena de errores comenzó en la primera jugada. "No busquemos penetraciones", ordenó Luyk para que Antúnez abriese el partido con una entrada que le costó una personal.Ayer, ya con la derrota asumida, Luyk ordenó una sesión de video. Para sorpresa general, los jugadores visionaron escenas del partido ante el Limoges y no jugadas del Paok, su rival esta tarde. Luyk deshizo el entuerto: "Lo hago siempre que perdemos, para que cada palo aguante su vela". Esa sesión de video aparentemente sadomasoquista se efectúa en silencio, según el técnico, para impedir comentarios entre jugadores que puedan provocar una discusión. "Y con la luz encendida para que nadie se duerma. Yo me limito a verles las caras".

Las preguntas a los jugadores abundaron en cuatro cuestiones. Una, su falta de convicción para resolver una situación dificil en un clima de máxima presión. Dos, los problemas de dirección entre Antúnez y Lasa. Tres, si se buscaron soluciones para resolver la defensa del Limoges. Y, cuatro, los pocos minutos de juego de que disfrutó el único hombre que parecía actuar desbloqueado, Antonio Martín.

Grabación clandestina

Ya desde la misma noche del partido, Luyk descartó que la defensa del Limoges le hubiera sorprendido. Luego se supo que el Madrid se las había ingeniado para grabar clandestinamente los dos entrenamientos del equipo francés en Atenas. Así que Luyk sabía perfectamente lo que se traían entre manos.

Coincidencia general fue la de afirmar que el Limoges demostró un perfecto conocimiento de los sistemas del Madrid. Tan perfecto que así se lo preguntó el joven Lasa al norteamericano Young (máximo anotador del Limoges) terminado el partido. "Han sido muy duros estos últimos diez días y es cierto que os conocíamos perfectamente, pero era la única posibilidad que teníamos para ganaros", dijo Young. Por el contrario, varios madridistas confesaron que conocían muy bien los sistemas del Limoges. "Tanto que parece que se nos olvidó hacer los nuestros", afirmó uno.

Luyk se refugió en la estadística para salir airoso del debate Lasa-Antúnez. La opinión general coincidía en que Lasa debió disfrutar de más minutos, de más continuidad, porque demostró cierta capacidad para dirigir la remontada. Luyk limitó su respuesta a que, efectivamente, Lasa jugó más minutos que Antúnez (23 por 17) y que ninguno de los dos intentó abrir la defensa rival con tiros exteriores.

Respecto a Antonio Martín, Luyk entonó el mea culpa: "Tuve un fallo con él porque debió Jugar en el segundo tiempo. Lo que pasa es que, por culpa de la gripe que padeció, no se entrenó al mismo ritmo que los demás durante la semana. No ví a Brown cansado y es difícil sentar a Sabonis cuando estás perdiendo. Es el único fallo que he tenido".

La concentración madridista perdió algunos efectivos. Y, entre ellos, el presidente Ramón Mendoza y un par de directivos. "Se ha vendido tanto la imagen de que Sabonis es la referencia de este equipo", señaló el presidente, "que eso afectó negativamente a los jugadores cuando le vieron fallar tantos tiros libres. Hemos de comprender que Sabonis también es hurnano". Mariano Jaquotot, responsable de la sección, intentó el mensaje tranquilizador: "El proyecto del equipo sigue siendo bueno. Hace menos de 24 meses la prensa decía que estábamos en la ruina. Ahora aspiramos a ganar la Liga para ganar la próxima Liga Europea".

El más afectado (y el más criticado) fue el base Antúnez, quien reconoció no haber dormido, pero sorprendió sobre su particular forma de juzgarse a sí mismo. "El balón era nuevo y se me resbalaba de las manos. Estoy molesto porque no tuve continuidad y me sentó mal el último cambio porque empezaba a coger. ritmo". Lasa también apuntó una declaración sorpresa: "Estuve tentado de resolver solo al final, pero pensé que era excesivo para mis 19 años".

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