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"Israel se va a arrepentir"

Los deportados ven su derrota de ahora como un triunfo futuro

La proclama se sumó a los truenos que retumbaban ayer en las heladas colinas del sur de Líbano: "Juro por Alá que Israel se va a arrepentir... Su decisión acarreará destrucción y maldiciones sobre Israel". Abdel Aziz al Rantisi, el fornido médico de Gaza que representa a los 396 palestinos que siguen desterrados, tuvo que interrumpir vanas veces su discurso. De pie sobre las rocas, con el índice apuntando hacia el cielo amenazante, los palestinos coreaban consignas islámicas. "Alá, único dios... El mundo nos ha abandonado, pero Alá nos protege. ¡Venceremos!".En el Campo Al Auda (del Retorno) -el miserable conjunto de 49 tiendas de campaña donde los palestinos sobreviven al hambre, el frío, la incertidumbre y el tedio desde hace 43 días- era ayer difícil distinguir entre la decepción y la euforia. La decisión del Tribunal Supremo israelí vino a confirmar los temores de los deportados, pero también fue vista como un triunfó político porque coloca a Israel camino de un choque frontal con las Naciones Unidas.

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"Si es necesario moriremos entre las rocas, maldiciendo a Rabin. Pero al final venceremos. ¡Palestina vencerá!", exclamó Rantisi arrancando nuevos gritos de "Aláu-akbar" ("Alá es grande").

La noticia no sorprendió a nadie. Arremolinados en torno a las radios, tiritando de frío, los palestinos habían estado a la espera del veredicto desde las primeras horas de ayer. Cuando Radio Israel informó, a las 8:40, que el Tribunal Supremo aprobaba de hecho las deportaciones del 17 de diciembre, hubo un momento de silencio y confusión. Rantisi trató de consolar a los más ancianos, que hasta ayer abrigaban esperanzas de retornar a sus hogares en Gaza y Cisjordania en un futuro cercano. "No podéis esperar otra cosa de un Gobierno de terroristas", les dijo. "Lo que ha hecho el Tribunal Supremo ha sido legalizar la injusticia. Rabin es un terrorista y los jueces están al servicio de ese mismo Gobierno terrorista y nazi", les dijo. Hasan Rifati, un enjuto profesor jubilado de Gaza que a sus 62 años es el deportado más viejo del campamento, le escuchaba en silencio. A sus espaldas, en una lámina de plástico que bloquea las goteras de la tienda número 38, brillaba una pintada. Entre una esvástica 3, la estrella de David alguien había escrito en inglés: "Bienvenidos al nuevo Auschwitz. Ésta es la nueva solución final "

Entre los deportados no existía ayer confianza en que Butros Gali, el secretario general de las Naciones Unidas, logre ahora movilizar al Consejo de Seguridad para que discuta la adopción de sanciones contra Israel por desacato a la resolución 799, que condena las expulsiones y exige el retorno de los deportados. "La ONU es EE UU", dijo el médico palestino Omar Farwani. "Y Estados Unidos ya ha dicho que vetará las sanciones, o sea, que creo que debemos ir preparándonos para una larga espera entre las rocas", añadió Farwani, resumiendo el sentimiento de la mayoría de los expulsados. "Resistiremos hasta el final", señaló.

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El pueblo musulmán

Otro médico, el doctor, Mahmud Az Zahar, una figura prominente del movimiento islámico de Gaza, afecto a Hamas, dijo que, a la larga, la decisión israelí fortalecerá la causa de los palestinos porque invita a la movilización del mundo musulmán. "El escándalo es gigantesco", dijo, "y el pueblo musulmán saldrá a la calle para emplazar a sus dirigentes. Si no se aplican sanciones contra Israel, ¿cómo puede la comunidad internacional justificar la agresión contra Irak? Si se ignoran los derechos de los palestinos, ¿podrá el Gobierno egipcio explicar a su pueblo por qué apoyó con tanto entusiasmo a Estados Unidos y sus aliados en su campaña contra Irak?".

Otros pronosticaban un gran movimiento internacional de apoyo y solidaridad con los palestinos. "A Estados Unidos se le va a caer la máscara", dijo un deportado de Ramala. "El mundo va a ser testigo de la ambigüedad de la ONU y de la complicidad de - Washington en este delito", añadió. La mayoría, sin embargo, espera una escalada de violencia en los territorios ocupados, donde ya han muerto 1.000 palestinos desde que en 1987 estallara la rebelión contra la ocupación israelí. Fue precisamente en solidaridad con las víctimas de esa campaña por lo que los deportados decretaron ayer una huelga de hambre de 24 horas.

Entre los hombres que Israel deportó bajo acusación de pertenecer al Hamas y a la Yihad Islámica, ayer había sobre todo convicción de que la más reciente decisión israelí ha asestado un golpe mortal a las negociaciones de paz iniciadas en Madrid en octubre de 1991. "El proceso ha terminado", dijo Rantisi. "Nuestra expulsión le dio el tiro de gracia. La decisión de hoy lo ha sepultado".

Bajo la lluvia, sin más pasatiempo que las caminatas por el angosto camino asfaltado para entrar en calor, los palestinos del Campo del Retorno esperaban reacciones de las Naciones Unidas. Lo único que llegó fue un furioso chaparrón que les obligó a buscar cobijo. Tres de ellos corrieron hacia el campamento coreando a viva voz las tres preguntas que se han convertido en la consigna de los habitantes de la tierra de nadie: "¿Queremos entrar en Líbano? ¿Queremos ir a Europa? ¿Queremos ir a otro lugar que no sea Palestina?". Desde sus tiendas, arropados con lo que pueden, sus compañeros de infortunio respondieron al unísono: "¡No, no y no!".

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