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ALCALA DE HENARES

Jesús Romero, le echa variedad

La monótona grisura con que se desarrollan la mayoría de los festejos en estos tiempos posmodernos se vio alterada ayer, para bien, gracias a la variedad que con percal y pañosa alboreó Jesús Romero. Fueron ambrosías que degustaron con ganas los escasos aficionados presentes y el público en general. En la época del toreo en serie, cual hamburguesas, se agradece eternamente el rico menú variado del toreo eterno, de la cocina tradicional.Los clarineros de la banda tocaron floreada al alcalaíno cuando iba a salir el novillete que abrió plaza, justísimo de trapío, como los tres primeros. Fue un anticipo del floreo capotil que alumbró Romero de inmediato: finas verónicas ganando terreno y rematadas con media belmontina de rancio sabor y otra serie cerrada con la socorrida serpentina. Tras el monopuyazo, nuevamente se lució Romero en un ajustadísimo quite por chicuelinas culminado con un airoso farol.

El Álamo / Romero, Sánchez, Ortés

Novillos de El Álamo, desiguales de presencia, sospechosos de pitones, flojos y manejables; 6º, manso Jesús Romero: pinchazo, bajonazo y descabello (oreja); pinchazo y estocada caída (oreja). Manolo Sánchez: pinchazo, estocada atravesada que asoma y descabello (oreja); media desprendida (dos orejas). Regino Ortés: cuatro pinchazos -aviso-, pinchazo y descabello (ovación); pinchazo hondo perpendicular y descabello (dos orejas).Plaza de Alcalá de Henares, 27 de agosto. Media entrada.

Con la flámula cascabeleó su arte a base de los habituales redondos, naturales y pases de pecho, que taraceó, inspiradísimo de nuevo, con faroles, amén de trincherillas, pases de la firma, del desprecio, kikirikíes y hasta un molinete con la izquierda, muy sevillano. El único borrón fue el feísimo espadazo en la zahúrda entre pinchazo y descabello.

En el cuarto, un galafate para lo que se exige en un coso de tercera, como los dos que le siguieron, se transmutó y, pese a un nuevo toque floreado, Romero recorrió los asendereados caminos de la vulgaridad. Pese a ello, recibió un óbolo presidencial en forma de oreja. No sería el único regalo de la tarde.

Faena ligada

Manolo Sánchez, que se presentaba y despedía como novillero en el centenario coso de Alcalá, realizó al segundo una faena por esos senderos trillados del redondo y el natural, con el mérito añadido de que la ligó en un palmo. Como hizo en el colorao, ojalado y bocirrubio quinto, que llegó entero al último tercio y había que someterlo antes de intentar el lucimiento. Sánchez lo sometió y se lució posteriormente.El jovencísimo Regino Ortés acusó su falta de festejos con picadores, pero demostró agallas, entrega y rabia novilleril. Con eso, una excelsa serie de naturales al manso sexto, el apoyo de sus paisanos y la facilidad pañuelera presidencial le bastó para acompañar a sus compañeros en la salida por la puerta grande.

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