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Entrevista:

"Europa será juzgada por llegar tarde a Sarajevo"

Antes en Líbano y ahora en los Balcanes, a Bemard Kouchrier le atormenta que haya que esperar siempre a que haya tantos muertos "para salir de nuestra pasividad". Fundador de Médicos sin Fronteras y ministro francés de Sanidad y Acción Humanitaria, Kouchner acompañó a François Mitterrand en su viaje a Sarajevo el último domingo de junio, y estaba junto a Danielle Mitterrand el lunes cuando ésta escapó de un atentado en el Kurdistán iraquí.

Kouchner, de 51 años, es el miembro más independiente del Gobierno francés -no está afiliado al Partido Socialista ni a ningún otro-, el más popular y el más intrépido. Como médico y luego como ministro, lleva cinco lustros viajando a cualquier lugar del planeta -Biafra, Bangladesh, Líbano, Etiopía, los Balcanes o el alto Karabaj- donde haya sufrimiento. El ministro conversó con EL PAÍS antes de viajar a Sarajevo y al Kurdistán iraquí.

Pregunta. Usted ha efectuado recientes y múltiples viajes a las ex repúblicas yugoslavas. ¿La Comunidad Europea podía haber impedido la matanza?

Respuesta. En Yugoslavia se nos pidió intervenir desde el primer momento, pero no quisimos o no pudimos hacerlo. Han sido necesarios muchos muertos para que empiece a abrirse camino la idea de una intervención. ¿Es que siempre vamos a necesitar tantos muertos para salir de nuestra pasividad? Eso es lo que atormenta.

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P. ¿Qué hubiera podido hacerse por Dubrovnik y Sarajevo?

R. Tendríamos que haber sido más rápidos y decididos, pero nos pesó mucho la historia y nos faltó un nivel suficiente de unidad europea. Si hubiera habido una verdadera unidad política europea y un ejército común, hubiéramos podido intervenir desde el principio. Yo escribí un artículo en Le Monde contra la posición de mi Gobierno. Decía que había que ir corriendo a los Balcanes, que Europa será juzgada por lo que ocurra en Sarajevo. Deberíamos haber reconocido desde el primer momento la independencia de las naciones de la ex Yugoslavia. No puede hacerse nada contra un pueblo que quiere ser independiente. Ahora, todo es más difícil. El Ejército serbio es enorme, y para restablecer la paz habría que hacerle la guerra.

La guerra, en casa

P. Hace tiempo, usted dijo: "Sólo se odia verdaderamente al vecino". La reaparición de conflictos étnicos, nacionales y religiosos le está dando la razón.

R. La opresión comunista ocultaba todo eso. Las guerras empezaban a ser para nosotros cosas exóticas. Pero ahora están en nuestra casa. Mire los Balcanes y la ex Unión Soviética. ¿Qué ocurre en Argelia? ¿Qué ocurre enfrente de España, con el boat people marroquí? Nos esperan tiempos difíciles y, para evitarlo hay que volver a poner al ser humano en el centro del sistema.

P. ¿Quién debe ejercer ese derecho de injerencia que usted defiende para salvar a poblaciones como la de Sarajero?

R. El derecho de injerencia no existe todavía. Por el momento es una idea. Lo que existe es el deber de injerencia. Ese deber fue elaborado por la segunda generación de la acción humanitaria, la de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo, que no aceptaba detenerse en la frontera si el herido estaba del otro lado, que pensaba que no es necesario el permiso de los Estados para socorrer a las víctimas.

P. Pero de ese deber se ha pasado al derecho de injerencia.

R. Todavía no. Lo que, en nombre de Francia, yo propuse a las asambleas generales de las Naciones Unidas de 1988 y 1990 fue el derecho de asistencia humanitaria a las personas víctimas de catástrofes naturales o graves situaciones de emergencia. Y hay tres resoluciones que fueron aceptadas por la ONU y que representan un giro decisivo en el derecho internacional. ¿Qué significa el derecho de asistencia humanitaria? En primer lugar, neutralidad. Lo aplican las agencias de las Naciones Unidas, la Cruz Roja y las organizaciones no gubernamentales. Nunca un ejército, nunca una potencia imperialista. Los otros dos conceptos son corredores humanitarios protegidos por los cascos azules y, lo más más importante, el libre acceso a las víctimas.

P. Ya hay un precedente: la autorización a penetrar en territorio iraquí para ayudar a los kurdos.

R. Sí, pero la resolución 688 fue aprobada en condiciones muy particulares. Dudo de que se reproduzcan esas condiciones: la guerra del Golfo, la presencia de ejércitos de varias naciones, el remordimiento universal provocado por la masiva cobertura de la televisión... Aunque la prensa puede hacer que esta resolución se extienda a otras situaciones.

P. ¿No teme usted que pueda reprocharse al derecho de injerencia un uso imperialista por parte de los occidentales?

R. Para evitar esos reproches, Javier Pérez de Cuéllar propuso la creación de un comité de sabios encargado de decir a la ONU: "Deberían ver ustedes lo que pasa en Birmania". Existe, es cierto, el riesgo de que se nos acuse de ocupamos de lo que no nos concierne. Pero Nelson Mandela ya respondió a eso cuando dijo: "Gracias por ocuparse de lo que no les concierne".

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