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"Todo es mentira, esa mujer cuida muy bien a los viejos"

En Valdilecha (1.500 habitantes) hay opiniones para todos los gustos sobre la gestión y el trato que reciben, o recibieron, los ancianos de la residencia. "Todo lo que dicen es mentira; esa mujer [María Luisa Andrés] está cuidando muy bien a los viejos", afirmaba ayer Juani, dueña de uno de los bares más concurridos del municipio. "Yo sé que los ancianos están bien cuidados, mejor que en sus casas; ella es muy trabajadora. ¡A los familiares de esos viejos es a los que habría que preguntarles... !". Juani se expresó en estos términos delante de Braulio, cónyuge de la propietaria.Alfonso Mercado, un fontanero que ha visitado en varias ocasiones el centro para atender las averías, explicó, también en presencia de Braulio: "Ahora la residencia está bien; la nave era lo que de verdad era una pena: aquello no era para que lo habitaran personas humanas".

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Un vecino del pueblo señaló que María Luisa y Braulio a veces se han ido a algún bar y han dejado sola la residencia. "Eso lo hemos hecho en días contados, pero no estábamos fuera más de una hora", sentenció Braulio.

Este complejo de la tercera edad fue alquilado hace cuatro años, mediante un traspaso de siete millones y medio, por Braulio y María Luisa. Los anteriores responsables tenían contratadas a tres personas para atender a unos 15 ancianos. Los nueve que quedan en la residencia pernoctan en los 11 dormitorios de que dispone el chalé, ya que la nave contigua está clausurada ya por la comunidad. Ahora, los ancianos pagan al mes cantidades que oscilan entre las 70.000 y las 90.000 pesetas. Uno de éstos, Eusebio Martín, de 79 años, confesaba ayer a las puertas del inmueble, mientras liaba un cigarrillo: "Estamos a gusto; nos acuestan y levantan a nuestra hora; nos dan bien de comer y nos tienen limpicos".

Eusebio costea su estancia en el centro con su pensión -unas 60.000 pesetas- y el resto, que "me ponen mis hijos", dice. Algo similar ocurre con los otros pensionistas. Eusebio, siempre acompañado de Braulio, estaba en la residencia cuando la nave fue clausurada. "Allí dormían siete u ocho viejos, más no".

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Poco dinero

Braulio asegura que cuando había 24 ancianos, a él y a su mujer le quedaban limpias, sin contar la comida, alrededor de 600.000 pesetas. "Ahora [con nueve] no llega a las 300.000, y de ahí hay que sacar para la comida".

"Al margen de la conversación, puede usted poner en el periódico que me ofrezco para entrenar un equipo de fútbol de tercera, y que soy cinturón negro en artes marciales", sugirió también el cocinero, apostado sobre la barra del bar de Juani.

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