_
_
_
_
_

El fin de una era en Jezzin

Los milicianos libaneses en la 'zona de seguridad' israelí temen el paro y la venganza

En los pocos negocios que abrieron ayer en Jezzín había, visiblemente, más preocupación que clientes. Al alba, un ataque guerrillero contra la milicia aliada de Israel que controla este pueblo multiplica la incertidumbre de los 45.000 libaneses súbitamente atrapados en un juego geopolítico regional. "Sólo Dios sabe lo que va a pasar", comentó con tristeza el viejo propietario de una cuchillería que años atrás dio fama internacional a la artesanía libanesa.

Los milicianos libaneses alquilados por Israel, los hombres del predominantemente cristiano Ejército de Líbano del Sur (ELS) que patrullaban el desolado camino de entrada a Jezzín, eran sin duda los más preocupados: su poder en este bastión montañoso de cristianos y musulmanes va a decidirse en las próximas semanas, y podría ser el fin de una era.A pesar de que Israel insiste en que no piensa renunciar a este puesto estratégico de su llamada zona de seguridad, entre esos hombres entrenados, armados y pagados para defender al Estado judío está cundiendo velozmente la duda: a menos de ocho kilómetros hacia el Este, a tiro de fusil, en las rocosas colinas de Kafar Falús, el ELS se ve frente a un tercio del Ejército legal de Líbano, empeñado en extender la autoridad del Gobierno prosirio de Elías Haraui hacia Líbano del Sur con el mismo vigor con que ha liquidado a la guerrilla palestina en Sidón. Haraui les invita a integrarse gradualmente al régimen sin milicias que ha conseguido implantar con apoyo de Siria. Pero, a sus espaldas, los milicianos del general retirado Antoline Lahad tienen a un Israel que paga bien y desafía a Líbano, a Siria e incluso a los esfuerzos de Washington para desactivar una crisis.

Fumando Marlboro al volante de un camión militar, aparcado entre los matorrales de una colina desde la cual Jezzín -con sus viejas casas de piedra, tejados rojos y huertos bien cuidados- surge espléndidamente como una postal de apacible vida rural, un miliciano cristiano de 29 años que dice llamarse Georges afirma que el plan de Haraui entraña desastres. "El Ejército libanés no es garantía alguna", dice, repitiendo el argumento de los israelíes tenazmente opuestos a ceder un milímetro del territorio libanés que ocupan desde 1978. "Los palestinos siguen siendo fuertes en la región de Sidón", agrega, pero se adivina que este joven está en realidad más asustado por la pérdida de un salario seguro y en dólares. A poca distancia, en el puesto de control a las puertas de Jezzín, uno de sus camaradas, un joven de barba cuidada y que sólo se identifica como Hani, revela pragmatismo y confianza. "Me quedaré aquí", dice, "cambiaré de vida y no me pasará nada".

Promesas oficiales

Promesas oficiales de que el Ejército legal se encargará de prevenir las venganzas que puntualmente han acompañado casi todo cambio en la geografía política libanesa son hasta ahora la mejor arma del Gobierno de Haraui. El hecho de que la Novena Brigada del Ejército, apostada cerca de Karar Falús, incluya a un importante número de oficiales cristianos originarios de la región de Jezzín, ha comenzado a inspirar cierta tranquilidad.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Lo importante es que el Ejército inspire seguridad y dé garantías", señala Edmond Rizk, uno de los tres diputados cristianos de Jezzín. "Creemos que si el Ejército asume su responsabilidad en la zona, no habrá problemas, sobre todo si el Gobierno se encarga de impedir que haya represalias contra miembros del ELS".

Aunque declaraciones oficiales en Líbano e Israel sugieren que la cuestión de Jezzín puede tornarse violenta, entre. los parroquianos de Jezzín todavía existe fe en un arreglo pactado. Algunos políticos apuntan que sólo Damasco, que mantiene 40.000 soldados en Líbano, puede imponer en el sur una tranquilidad semejante a la que reina en la bucólica frontera sirio-israelí.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_