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Murió Stan Getz, el saxofonista de la 'bossanova'

El músico de Jazz inspiró su personal estilo en la belleza del sonido y el clasicismo

El saxofonista de jazz Stan Getz falleció el pasado jueves a los 64 años en su casa de Malibú (California, Estados Unidos) a causa de un cáncer. Conocido en todo el mundo por sus grabaciones de bossanova, Stan Getz perteneció a las orquestas de Benny Goodman, Jimmy Dorsey, Stan Kenton y Woody Herman, y el pasado mes de marzo acababa de grabar su último disco, junto al pianista Kenny Barron. Con Stan Getz desaparece una de las maneras más personales de interpretar el saxo tenor, representativa como pocas del jazz que toma como norte la belleza del sonido.

Stan Getz falleció el pasado día 6 en su casa de Malibú, y aunque su representante, Diana Baron, no ha especificado las causas de la muerte, ésta se ha producido a consecuencia de un cáncer que le afectaba desde hacía varios años. Su estilo, aparentemente ligero, estaba cargado de emoción, lirismo y swing. Desde un instrumento, el saxo tenor, frecuentado por multitud de músicos brillantes, Getz consiguió hacer oír su propia voz sin ser un revolucionario ni ceder a los dictados de la industria musical. Incluso en sus trabajos más comerciales, las famosas grabaciones de bossanova, junto a Charlie Bird, Joâo y Astrud Gilberto, se percibe el rigor y la madurez del músico auténtico que convierte en clásico todo lo que toca.Nacido el 2 de febrero de 1927 en Filadelfia, comenzó estudiando el contrabajo, pero inmediatamente adoptó el instrumento que marcaría toda su vida. Su valiosa aportación a orquestas de escaso relieve le permitieron integrarse en otras de verdadera talla, como las de Jimmy Dorsey y Benny Goodman, con quien grabó por primera vez. Tras un año, 1944, con la Big Band de Stan Kentori, Getz entró en la de Woody Herman, formando junto a Herbie Steward, Zoot Sims y Jimmy Gluffre un cuarteto de saxofones sin parangón en la historia del jazz.

A partir de entonces, Getz inició una densa y fructífera carrera en solitario, jalonada por grabaciones junto a todos los grandes del jazz. Las baladas eran su auténtica especialidad, pero también sabía improvisar con fluidez y elegancia en tiempos más rápidos. Nadie podía sustraerse a su hermoso sonido romántico y a su fraseo siempre cantable. El propio Archie Shepp, en sus años de saxofonista airado y casi violento, confesaba que eludió a regañadientes su influencia sólo porque estaba mal visto entre sus correligionarios que un predicador del free jazz tomase prestadas las depuradas características de un músico blanco a quien se conocía, nada menos, que por el sobrenombre de The Sound.

Getz se estableció en Copenhague en 1958. Los tres años de ausencia de los escenarios norteamericanos enfriaron su fama hasta que las grabaciones con los citados músicos brasileños le abrieron a una audiencia insospechadamente amplia. El reconocimiento le llegó, como es habitual, tarde y por caminos paralelos a los de su verdadera actividad. Gracias a sus colaboraciones con jazzmen modernos, Chick Corea entre ellos, consiguió adecuarse a los tiempos, y la vieja Europa le ofreció cobijo para ayudarle a madurar. Entre los años 1969 y 1972 mantuvo una segunda residencia en Marbella, y su querida Copenhague fue testigo de sus últimas grabaciones (marzo de 1991, a dúo con el pianista Kenny Barron). Un médico le asistía para sacar adelante una sesión que, desgraciadamente, se convirtió en su canto de cisne.

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