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Sampedro ataca el estrépito de Occidente en su ingreso en la Real Academia Española

El escritor abogó por interpretar el mundo desde la frontera

El escritor y economista José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) ingresó ayer en la Real Academia Española, donde ocupará el sillón F, sustituyendo a Manuel Halcón. En su discurso, titulado Desde la frontera, Sampedro se definió como hombre frontera, e interpretó el escenario humano como articulación de fronteras. Extremos y límites fueron también conceptos vertidos en su texto, y a través de ellos atacó al Occidente colmado de ciencia pero muy pobre de sabiduría. "Se busca el estrépito, lo aparatoso, los focos publicitarios; no el silencio, lo auténtico, ni el resplandor tranquilo de la lámpara", dijo.

El arte de vivir es más abarcante que la ciencia, porque, contando con ella, incluye también el misterio, según José Luis Sampedro, para quien "ahora no se procura alcanzar la iluminación, sino sentir el latigazo del deslumbramiento". "Los países de la periferia", añadió, "conservan, aun en su atraso técnico, más sabiduría, y eso es una esperanza para todos, porque cada día es más urgente: compensar el desajuste esencial de esta civilización: el de tener muchos medios sin saber ponerlos al servicio de la vida".Sampedro calificó a la periferia de "fronteriza". "El norte apenas concibe iniciativas importantes salvo en el campo de la ciencia y de la técnica", dijo, "con lo que aún se agrava más el desequilibrio creado por el anacronismo de las petrificadas ideas. Por eso hay muchos más gérmenes de futuro social en la vasta periferia que en los países avazados".

Dos límites

"El caduco modelo desarrollista del norte", añadió el nuevo académico, "está agotado, aunque sólo sea porque su tendencia expansiva tropieza por lo menos con dos límites: uno, la naturaleza, cuya explotación no puede continuar mucho tiempo siendo tan destructora como hasta hoy; y, otro, las reivindicaciones políticas y económicas del sur, cada vez más consciente de que sus problemas no tendrán solución mientras el norte imponga las decisiones más convenientes para su beneficio".Las palabras también forman parte del mundo de fronteras de José Luis Sampedro. "Mi mundo está como fronterado, que diría quizá un maestro de armas, con los muros, las banderas, la piel, las palabras", dijo. "Las palabras, cierto: cada una puede ser frontera: el aquí se aparta del allá; el gato es la divisoria frente a lo no-gato. Pero sería desmedida tentación la de extenderme acerca de la palabra ante vosotros, que tanto más sabéis de ella. Sólo la reverenciaré de pasada como proeza suprema del hombre -único animal que habla- y recordarla dotada, como todas las fronteras, de precisión clarificadora y, a la vez, de ambigüedad; pues, en el continuo de la realidad, todo tajo conceptual es artificioso, y no es tan clara la diferencia entre el gato y el no-gato. "Voces hay tan dudosas y ambiguas', escribía el padre Sigüenza encomiando al san Jerónimo traductor, 'que hacen disentir unos de otros', y así es como cada texto tiene varias lecturas y su valoración cambia con el tiempo".

José Luis Sampedro relacionó palabras y fronteras con la novelística: "Con palabras se construyen las fronteras en el mundo de la literatura, donde se desenvuelve la novela, alzada sobre el filo mismo de la realidad y la ficción, porque participa de ambas. Oponer lo novelesco a lo real, ya se ha dicho, sólo alcanza a ser una interpretación, pues la novela despliega la inapelable verdad de su autor, que la ha vivido al crearla, para que se haga verdad también en los lectores. Por eso los grandes personajes de ficción resultan más reales e influyen más en nosotros que muchos seres de carne y hueso".

El discurso de José Luis Sampedro fue contestado por Gregorio Salvador, que repasó las dos facetas de la trayectoria del nuevo académico, como novelista y economista. Recordó un escrito suyo de 1964 referido al libro de Sampedro El río que nos lleva: "No me parece un profesor de economía que ha escrito una novela para entretenerse, sino un escritor consciente y eficaz, que maneja con habilidad las técnicas narrativas y del que se puede esperar mucho".

Tendencia jergal

Salvador se refirió también a otros libros del autor, como Congreso en Estocolmo, Octubre, octubre y La sonrisa etrusca, y de sus obras como economista, entre ellas Las fuerzas económicas de nuestro tiempo y Estructura económica, dijo que "están muy bien escritas". Y agregó: "El escritor ha refrenado al economista y ha atemperado la tendencia jergal de esa materia, se ha exigido a sí mismo claridad y buen castellano. Eso sí debemos destacarlo aquí. Como asimismo el hecho de que Sampedro fue el traductor al español, por los años cuarenta y cincuenta, de obras fundamentales de Economía y a él se le debe, en buena parte, la creación de un vocabulario español para esa disciplina, hoy tan difundido, tan generalizado a los medios de comunicación, tan esencial para el entendimiento de muchas de las cosas que pasan y que irremediablemente nos afectan".La polémica creada cuando Sampedro fue elegido en competencia con Francisco Umbral, y la apreciación de éste de que había triunfado el candidato de La Moncloa frente al candidato de la calle, se recordó brevemente en el discurso de Salvador: "Pues bien, no. José Luis Sampedro era el candidato de don Rafael Lapesa, de don Antonio Buero Vallejo y de mí mismo, que fuimos los tres firmantes de su presentación. Y peatones somos, por la calle andamos, en la calle hablamos y a la calle oímos".

Salvador recordó a Juan Valera, en "ese discurso ya centenario pero plenamente actual": "La Academia es meramente una modesta reunión de hombres de letras, bastante autonómica para que sea ella misma la que elija los individuos que la componen y, para que no se someta a caprichos inestables de la multitud ni a decretos de otros poderes".

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