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Tribuna
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La crisis bancaria en EE UU

a) El dólar en declive. En la primera mitad de 1990, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos aceptó, sin intervenir, una depreciación silenciosa del dólar de casi un 10%, depreciación basada en los intercambios comerciales. El dólar cayó casi un 12% en relación con el marco alemán y casi el 20% con respecto al yen japonés.Que el dólar continúe cayendo o vuelva a subir es un tema a debate. Una encuesta que The Wall Street Journal ha sometido a 10 economistas sobre la evaluación en los próximos tres meses coloca el dólar a 1,49 marcos alemanes y a 123 yenes japoneses para finales del próximo enero. A un plazo más largo, la mayoría de dichos economistas esperan una subida del dólar, dado que mejorarán la exportaciones de Estados Unidos y se producirá un significativo superávit comercial con respecto a Europa occidental, y que se reducirá el déficit comercial con Japón. Pero, a corto plazo, todas estas previsiones son poco fiables porque, comprensiblemente, no pueden tener en cuenta la cuestión contingente de la guerra con Irak.

Lo que está claro es la salida del capital extranjero, especialmente japonés, del mercado de valores públicos de Estados Unidos, sobre todo en lo que se refiere a bonos del Tesoro. Las entidades japonesas, que durante los últimos años habían comprado hasta un 40% de los valores públicos emitidos, no comparecieron a la subasta de bonos que, por un valor de 8.500 millones de dólares, realizó Estados Unidos a mediados de octubre. Datos recientes del Departamento de Comercio muestran que el balance neto de compras de valores públicos por extranjeros se ha saldado en lo que va de año con salidas de capital por un importe de 18.000 millones de dólares, que hay que comparar con una entrada neta de 48.000 millones en 1989. La subida de tipos de interés en Alemania y Japón ha hecho sin duda que los valores públicos de estos países sean más atractivos para los inversores.

Durante los años pasados, la Administración de Estados Unidos ha venido gastando 1,22 dólares por cada dólar ingresado, amasando así déficit espectaculares y haciendo de los pagos de intereses el segundo (y fijo) capítulo del Presupuesto Federal. El reciente acuerdo con el Congreso promete reducir ese déficit. En cinco años esto podría equivaler a la reducción de entradas de capital extranjero que, hasta ahora, habían equilibrado la situación. Sino fuese así, la única solución sería una reducción aún mayor del consumo mediante la elevación de los impuestos, lo que sería. dificil políticamente, o imprimir más billetes para poder cumplir los compromisos, lo que supondría una ulterior devaluación del dólar.

Una larga lista

b) Los bancos apaleados. El sistema bancario de Estados Unidos sufre una profunda crisis. El día 1 de noviembre, las cotizaciones del Chase Manhattan y del Citicorp, los dos nombres más prestigiosos del sistema bancario de Estados Unidos, habían alcanzado una caída del 50% respecto a mediados de julio. La Federal Deposit Insurance Corporation, que asegura depósitos bancarios por un importe de hasta 100.000 dólares por cuenta, tiene en su lista de bancos con problemas a más de 1.000 entidades (de un total de 12.500), o sea, cuatro veces más que en la anterior crisis, hace unos nueve años.

Las entidades de Ahorro y Crédito, un grupo especial que se había creado a fin de conceder préstamos para construcción inmobiliaria y préstamos hipotecarios, se han venido abajo estrepitosamente. Esas entidades (llamadas S & L's -Savings and Loans-) se vieron atrapadas entre la subida de los tipos de interés y los préstamos hipotecarios a largo plazo. Cuando la Administración Reagan elevó el techo de los tipos de interés que podían pagar, a la vez que se mantenía el seguro de hasta 100.000 dólares por cuenta, estas entidades baratas se lanzaron a especular de forma salvaje en inmuebles, en bonos basura y en prospecciones de petróleo y gas. En agosto de 1989, la Administración había tenido que clausurar casi 530 de ellas por insolvencia y deberá clausurar otras 600 el año próximo, operación de limpieza que tendrá un coste final para el contribuyente de 500.000 millones de dólares.

Buena parte de esta situación ha sido originada por la desregulación de los mercados financieros y por la internacionalización de los mercados de capitales. Pero lo que ha significado también es el debilitamiento del Consejo de Reserva Federal (FED: Federal Reserve Board), principal instrumento de control monetario de Estados Unidos, en lo que respecta a su Influencia sobre los mercados financieros. A causa de la desregulación y de la creación de nuevos instrumentos financieros, la magnitudes monetarias se han hecho más difíciles de interpretar y controlar. La reducción de los tipos de interés -una decisión que la Reserva Federal ha estado a punto de tomar durante meses- puede no tener ya un efecto económico significativo. Como comentaba The Economist a finales de octubre de 1990: "La capacidad del FED para librar a la economía de una recesión desregulada está aún por demostrar".

c) ¿Recesión? Cada vez más, las estadísticas económicas de Estados Unidos van quedándose atrasadas y están llegando a ser poco fiables. Por ello, es dificil fijar la definición de recesión -entendida como un crecimiento negativo durante dos trimestres seguidos-.La realidad desnuda es que casi todas las empresas y los consumidores de Estados Unidos están comportándose como sí ya hubiese recesión.

El Departamento de Comercio ha informado de que en el segundo trimestre la economía de Estados Unidos había sufrido un parón, y mientras estimaciones preliminares indican que en el tercer trimestre se producirá quizás un crecimiento del 2%, la estanflación o marcha económica ralentizada que yo preví en mi ensayo de marzo de 1990 está ya aquí.

Daniell Bell es profesor visitante en la Academia Americana de Artes y Ciencias de Cambridge (Massachusetts). Traducción: Rafael Roldán.

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