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No

Rosa Montero

Esta vez Weijtyla ha traspasado todos los límites del sentide, común. Su cruzada contra los anticonceptivos, por muy acientífica y obsoleta que parezca en este mundo cercado por el sida, no es un asunto baladí; porque en las grandes ciudades, con más información y más farmacias, el tema se ha dado por zanjado con poquísima o nula repercusión real: un buen síntoma de la cordura del país. Pero piensen ahora en aquellos pueblos en donde sólo exista un faxmacéutico fanático. Piensen en las profundidades rurales de España, de Portugal, de Italia o de Grecia; y en Latinoamérica, o en Filipinas. Píensen en África, ese continente trágicamente arrasado por el sida, en donde las campañas en pro del. uso del preservativo no son sino una carrera desesperada, y siempre perdida, tras la creciente estela de la muerte. Allí, en el África agonizante y miserable, estuvo Wojtyla hace muy poco inaugurando megalomaniacas iglesias; y también allí habló en contra del modesto y salvador condón, ante la desesperación de todos esos médicos que están sudando sangre para enseñar urgentemente el uso del preservativo a los africanos. Y luego Wojtyla dice que los anticonceptivos "atentan contra la vida": qué sarcasmo.Y que quede claro: no se trata de un asunto religioso. Aunque agnóstica, considero tan fundamental la libertad religiosa que siempre lucharé para que todos, musulmanes y cristianos, judíos o budistas, puedan,practicar su fe sin cortapisas. Pero Woityla ya no representa para mí Iglesia alguna; o, en todo caso, representa la anti-lgiesia, la de la Inquisición y Torquemada. No puedo respetar a un hombre que no respeta mínimamente al ser humano. Y que no me hablen de la infalibilidad del Papa: en la historia hay papas venales, y promiscuos, o asesinos... y también fanáticos. Tanta intransigencia, tal falta de amor. Si su Dios existe, algún día le pedirá cuentas por todo esto.

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