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Crítica:MADRID EN DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Noticias de Flandes

También en Bélgica han empezado a aparecer coreógrafos de interés en los ochenta -Anne Teresa de Keersmacker es su cabeza de fila, quizá la única rival seria de Piria Bausch en el contintente-, pero Wim Vandekeybus va por libre y, aunque proviene del teatro -fue actor en el grupo de Jean Fabre-, poco tiene que ver con la corriente de teatro-danza centroeuropea o francesa. Algo más quizá con las obsesioties estructuralistas del mininial norteamericano (y es allí, en Nueva York, donde se le ha consagrado en los últimos dos años), aunque su irreverencia respecto de cualquier escuela es evidente.Todo el espectáculo -Las portadoras de malas noticias- parece girar en torno a la ambigüedad del movimiento como pulsión elemental de vida y, a la vez como riesgo. Las estructuras dinámicas que lo conforman tienen siempre el doble eje de la naturalidad y el peligro, de cuya confrontación brota la emoción -a veces puro susto, como cuando el bailarín pierde pie en la torre que han ido construyendo con los cuadros de madera que mi cialmente constituían el suelo y se queda colgando de una percha en el vacío- y la capacidad de sugerencia de la coreografía.

Les porteuses de mauvaises nouvelles

De Wim Vandekeybus. Música: Thierry de Mey. Asistente coreográfico: Eduardo Torroja. Escenografía y dirección: Wim Vandekeybus. Madrid en Danza. Teatro Albéniz, jueves 3 de mayo.

Alejada de todo relato literal -como pudiera sugerir el título-, la pieza de Vandekeybus es más acción que danza, pero el conjunto de elementos con que juega, con una soltura que le pone por delante de la mayoría de los coreógrafos jóvenes de cualquier nacionalidad-, que incluye el manejo de ritmos temporales en una relación sofisticada con la música (de Tierry de Mey, su colaborador habitual), el silencio y la palabra, y espaciales -con su propia escenografía, extraordinariamente dinárnica-, es suficientemente complejo como para generar interés creciente en la hora larga que dura el espectáculo. Los ocho actores bailarines-atletas (entre ellos el propio Vanclekeybus y tres españoles: Charo Calvo, Assumpta Arqués y Eduardo Torroja) muestran una excelente preparación física y una actitud de despreocupada y contagiosa temeridad.

Consiguen que la imaginación del espectador, poco habituado -incluso el asiduo a danza- a semejante despliegue de contrastes dinámicos y juegos de transformación de la energía, se despierte mediante una fisicalidad (que parte del hielo y llega al fuego, ambos reales en escena) sorprendente. Al guiso le falta quizá un punto de sustancia, pero sobre la calidad del cocinero caben pocas dudas.

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