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La Conferencia 4+2 devolverá su plena soberanía a la RFA

Las potencias aliadas mantienen privilegios casi inconcebibles en Alemania Occidental

La República Federal de Alemania (RFA) no es un Estado plenamente soberano. Las tres potencias occidentales ocupantes del derrotado III Reich (Estados Unidos, el Reino Unido y Francia) devolvieron a la RFA una parte considerable de los derechos de soberanía, pero no todos, cuando el 5 de mayo de 1955 entraron en vigor los tratados de París por los que se creó la Alianza Atlántica. El Gobierno de Bonn ha sido extraordinariamente discreto con respecto a ciertos derechos -algunos de ellos humillantes- que han mantenido los aliados, y ahora, al tiempo que se unifica con la otra Alemania, intenta recuperar la plena soberanía.

La guerra fría, latente ya durante los últimos años de la contienda, toma carta de naturaleza en París cuando los aliados occidentales deciden fundar la Alianza del Tratado del Atlántico Norte, en la que incluyen a la RFA, a la que deciden asimismo dotar de ejército propio. El 5 de mayo de 1955 las tropas de ocupación pasan a ser "tropas estacionadas" en base a acuerdos bilaterales y se crea la Bundeswehr, que fue inmediatamente armada y abastecida por Estados Unidos.Se cuenta la anécdota de que al entonces canciller, Konrad Adenauer, le pidieron que no pisara la alfombra roja cuando se dirigiera a firmar el tratado. Adenauer, sin embargo, se subió al felpudo y declaró posteriormente que aquél había sido el primer acto soberano de la RFA. Este tratado, por el que se devuelve parte de la soberanía a la RFA, sin embargo, es deliberadamente ambiguo y contiene algunos párrafos francamente indigeribles en la actualidad.

Consultas

En su artículo 5, por ejemplo, dice textualmente que "las tres potencias consultarán (con el Gobierno de Bonn) todas las cuestiones concernientes al estacionamiento de tropas, mientras lo permita la situación militar". Nadie puede imaginar ahora que Kohl no esté al corriente de todos y cada uno de los movimientos de las tropas de la OTAN, cuyo secretario general, Manfred Wörner, es, además, un alemán occidental, pero sí es cierto que muy recientemente Estados Unidos ha usado sus bases en la RFA en operaciones en Oriente Próximo, o en casos como el bombardeo de Trípoli, sin consultar ni dar explicaciones a Bonn.

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Pero, al margen de cuestiones mayores como la citada, o el mismo hecho de la masiva presencia de tropas e instalaciones militares en territorios urbanos densamente poblados, las tres potencias mantienen privilegios que parecen inconcebibles. Pueden, entre otras cosas, hacer escuchas telefónicas en el territorio de la RFA sin dar explicaciones y sus nacionales pueden sustraerse a los tribunales germanos occidentales cuando cometen algún delito, que no podrá ser juzgado más que en su país de origen. Por no hablar del compromiso de la RFA de correr con los gastos originados por todas estas tropas.

Cita en Bonn

Los ministros de Exteriores de EE UU, la URSS, Francia, el Reino Unido y las dos Alemanias (en la denominada Conferencia 4+2) se reúnen en Bonn el sábado para buscar una salida al galimatías creado en los oscuros años cincuenta. Entre otras cosas, la capitulación incondicional del III Reich, el 8 de mayo de 1945, no trajo como consecuencia un tratado de paz en el que se delimitaran las prerrogativas de los vencedores y las obligaciones del vencido. En primer lugar, las potencias vencedoras reconocieron a la Alemania en sus fronteras de 1937, luego la dividieron en cuatro zonas de ocupación, posteriormente desplazaron a Polonia hacia el oeste, adjudicándole, de hecho, una quinta zona de ocupación, y, finalmente, iniciada ya la guerra fría, dividieron el país en dos Estados.

Por si esto fuera poco, el mencionado tratado de 1955 deja abierta la peliaguda cuestión de la frontera con Polonia, país al que adjudica "la administración" de los territorios al este de la línea formada por los ríos Oder y Neisse, pero cuya determinación final aplaza hasta la firma "del tratado de paz". Un Argumento que sigue siendo utilizado por quienes sueñan aún con volver a Silesia o Pomerania y que ha dado ya bastantes dolores de cabeza al canciller Kohl.

Las tres potencias occidentales, naturalmente, adquirieron también una serie de compromisos con la RFA. El primero, el de asumir su defensa, y el segundo, el de comprometerse a encaminar todos sus esfuerzos en pro de la unificación alemana y de no reconocer a otro representante del pueblo alemán que la RFA. Un aspecto que se concreta en la llamada doctrina Hallstein, acuñada también en 1955, por la que Bonn rompía las relaciones con cualquier país que las estableciera con Berlín Oriental, y que se mantuvo vigente hasta los años setenta y la aparición de la ostpolitik del canciller Willy Brandt.

Al margen de los derechos de los aliados, los soviéticos mantienen también perrogativas en el territorio de la RFA, además, por supuesto, de los que tienen al otro lado del Elba. Son famosos los incidentes creados por vehículos particulares soviéticos, no hace tanto tiempo, que se dedicaban a entorpecer las maniobras militares de tropas de la OTAN en la R.FA, simplemente cruzándose en las carreteras y caminos.

El complicado árbol genealógico de Berlín

La compleja maraña de soberanías en la República Federal de Alemania (RFA) alcanza cotas épicas en el caso de Berlín. Los vencedores de la II Guerra Mundial establecieron para la vieja capital del Reich un estatuto especial, dividiéndola en cuatro zonas, pero muy pronto, en 1948, ante el proceso de occidentalización emprendido por Estados Unidos en lo que luego sería la RFA, concretado por la creación del marco alemán y la reforma económica de Ludwig Erhard, Moscú jugó la carta de forzar la absorción de Berlín.El famoso bloqueo de víveres que fue derrotado por el no menos famoso puente aéreo que duró más de un año, acabó con las pretensiones soviéticas. El punto de encuentro físico con Occidente quedó cerrado en 1961, bajo la dirección del ahora defenestrado Erich Honecker, cuando las autoridades de Berlín Oriental levantaron el mítico muro que ahora ha caído a pedazos.

Mientras que Berlín Oriental pasó a ser la capital de la República Democrática Alemana (RDA), rompiendo todos los acuerdos de las cuatro potencias vencedoras, Berlín Occidental se mantuvo y se mantiene como una ciudad ocupada. Sin embargo, los aliados no han hecho uso de la mayoría de sus prerrogativas que ejercita el Gobierno de la ciudad y, en muchos casos, el propio Gobierno federal, cuyas leyes son automáticamente adoptadas por el Seriado berlinés.

Pero quedan, de todas forma, muchos aspectos en los que se mantienen las prerrogativas de las fuerzas de ocupación. Los pasillos aéreos son una de ellas. Hasta el momento, Lufthansa, la línea aerea de la RFA, tiene prohibido volar a Berlín. Incluso en el caso de la compañía Euroberlín, participada por Air France y Lufthansa, esta última debió suscribir tan sólo el 49% del capital para que se le permitiera volar al aeropuerto berlinés.

Para poner en evidencia esta situación, un tribunal de Londres falló en contra de una asociación ciudadana que se oponía a la construcción de un campo de tiro en Berlín Occidental por las fuerzas británicas de ocupación, arguyendo que los tratados le concedían este derecho.

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