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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Estudio dramático con desnudo

Es el estudio dramático de un grupo de terroristas. Terroristas de Estado, aparentemente: a uno, cuando aparece Felipe González en la televisión, se le dice que respete a su jefe. De otro se sabe que fue el militar que ganó una medalla de oro en tiro. Pero la radio lleva continuamente a su guarida noticias del otro terrorismo. Son del día, todo es cuidadosamente del día: alusiones, emisión de Antena 3, datos. Incluso de la modernidad: electrónica, ordenador. El juego es éste: un hiperrealismo de acciones y una vaguedad, una sombra sobre el texto y las identidades. La neutralidad del título, el "ello", que es quien dispara, trata de ese efecto. En la guarida acechan a un árabe, tienen su teléfono pinchado: preparan su asesinato. Mientras, una joven presta abundantes servicios sexuales a cada uno de sus compañeros de vigilancia, a la vista del público. Hiperrealismo: parece de verdad. Como las defecaciones de cada uno, también, de los hombres, largas y un poco dificultosas, coronadas por la exoneración y por el cuidadoso uso del papel higiénico. También hay un par de duchas: pero sin agua, por no perjudicar la continuidad de los actores. Y una acción simultánea, en el decorado en que se desarrolla la acción (un rectángulo en cuyos lados mayores están las -incómodas- gradas de la carpa): ; la esposa es la conciencia del jefe, le recuerda la inquietud de su padre: llora y desayuna. El asesinato del árabe, traficante de armas, quizá de drogas, se planea y ensaya. La chica entrará sustituyendo a una señorita de tarjeta de crédito reclamada por el insaciable árabe, otro terrorista como el camarero del champaña, y matarán al hombre confiado que habrá alejado a su guardaespaldas. El clímax final: uno de los asesinos traiciona por 10 millones de pesetas, la presa escapa, sus compañeros le interrogan para saber dónde está el dinero y, en la tortura y el intento de fuga, le matan. Y, al final, el jefe escuchará otra vez la voz de la conciencia, y la escucharemos todos, como un mensaje moral dentro del frío de las acciones.El todo es como un descoyuntamiento de un episodio de televisión, de un dramático de serie negra: un trasvase al teatro de la sintaxis de un subgénero. Es un ensayo, y tiene todo el valor del intento: renovar la expresión teatral con arreglo a los nuevos medios de dramatización. El lenguaje -el texto- busca, en cambio, un camino más literario: repeticiones, giros de situación para que vuelva a ser la misma, alusiones poéticas a pájaros o nubes que pasan. En muchos momentos recuerda otra obra de Fermín Cabal, Esta noche, gran velada, donde la trasposición al teatro procedía más bien de un cine de Hollywood que fue tópico, el del boxeo y sus trampas, y los buenos chicos prendidos en ellas. En este caso, parece haber alguna intención mayor: el retrato de terroristas en su escondrijo y el horror frío que pueden desprender, con el cuidado de que los terroristas de Estado no aparezcan más horrorosos, pero tampoco menos, que los del terrorismo contra el Estado. Todo está mal. Si no interpreto acertadamente ninguno de estos signos, será probablemente por mi falta de perspicacia y de dotes de observación, pero sin duda el autor las aumenta con las sombras propias en las que quiere envolverlo todo. Pienso que si en realidad fuera ésa su tesis lo diría más llanamente.

Ello dispara

Ello dispara, de Fermín Cabal.Intérpretes: Fernando Cano, Teresa Gómez, Luis Sant, Francisco Espada, Teresa Cardell. Escenografía y vestuario: José Luis Raymond. Dirección: Ángel Ruggiero. Carpa del Teatro Español, 19 de abril.

Citas

El director, Ángel Ruggiero, ofrece un recital de lectura directa del texto: no creo que añada ninguna pista, pero tampoco que las borre; y colabora con el sentido de obra abierta -algo que estuvo muy de moda- que se refuerza con un par de frases en el programa: una de Arthur Miller, otra de Lacan. Así que si los espectadores entienden otras cosas, o no entienden nada, están en el derecho del "deslizamiento del sentido" (Lacan) o de las diversas posibilidades que significan las cosas (Miller).En los actores choca, al principio, la falta de teatralidad en las voces y los movimientos: las voces un poco agrias, como son las del día en los jóvenes. Están trabajadas así, y bien. Parece también un afortunado ensayo de lo mismo: salirse, en lo posible, de las convenciones. Ninguno sobresale de los demás, todos están en su buen naturalismo, y ésta es otra virtud. Si destaca el bello, joven y atractivo cuerpo desnudo de la actriz Teresa Cardell debe ser por razones extrateatrales, aunque el uso continuo que autor y director hacen de este feliz desnudo y la falta de amaneramiento con que la señorita lo pasea aplicado porautor y director basta para añadir un atractivo suplementario a, la investigación dramática. Lo consiguen.

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