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Una cuestión de coraje

J. Y. El cabo primero de la Guardia Civil José Infante Borrero, de 32 años, cuya actuación el pasado lunes inició la desarticulación del comando más importante de ETA, tuvo una reacción visceral. El cabo, que es el comandante de puesto del pequeño pueblo de Las Pajanosas, derribó al terrorista francés Henri Parot de una patada en los testículos, cuando éste había descargado contra él el cargador de su pistola y le había herido en los dos antebrazos.

Varios de los disparos del etarra impactaron en el chaleco antibalas del cabo, que no se dió cuenta de que había sido herido. Sólo cuando intentó coger el subfusil reglamentario para repeler la agresión se percató de sus heridas, al caérsele el arma de las manos. Seguidamente y como no podía, utilizar los brazos se lanzó sobre el etarra y se sentó sobre eI mientras llegaba su compañero Adolfo López Nuñez, de 50 años, que también resultó con contusiones en la acción, y le redujeron.

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El cabo Infante, que está casado y tiene dos hijas, es natural de Santa Bárbara de Casa (Huelva) y había obtenido anteriormente la cruz del mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco, por servicios prestados.

El guardia Adolfo López, nació hace 50 años en Lora del Río (Sevilla). Está casado, tiene tres hijos y está destinado en el puesto de La Algaba.

Ahora, serán condecorados con la cruz de la Guardia Civil con distintivo rojo, que se otorga por acciones extraordinarias.

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