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Tribuna:Velázquez
Tribuna
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El pintor de los pintores

Con Velázquez me pasa como con mi doctor, y perdonen por la comparación. Siempre que algún amigo médico me pregunta por quién vela por mi salud y yo le contesto, él me responde con cierta complacencia y admiración: "Ah, ése es el médico de los médicos". Bien, pues Velázquez es el pintor de los pintores. Difícil sería encontrar un pintor que no tuviera como referencia a Velázquez. Y más difícil todavía sería encontrar un buen pintor que no tuviera como paradigma de la pintura a Velázquez. La pintura y también la escultura le deben mucho a Velázquez.Todos los que nos dedicamos al viejo oficio de representar la vida sabemos lo complicado que es pasar por ella sin quedarnos ocultos bajo la fuerza efímera de nuestro tiempo Superar y resistir a la vida y a la propia pintura es lo que Velázquez hizo magistralmente. No porque tuviera el propósito de perpetuarse, sino más bien por que no lo tuvo. No por ser el fe reflejo del espejo en el camino de la vida, sino más bien por no reflejar nada y reflejarlo todo por ser la propia vida sin nombre, la vida humana.

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La exposición de Velázquez será vista por 800.000 personas

Cualidades

Uno comienza mirando los cuadros de Velázquez sin entusiasmo, sin emociones añadidas, sin sobresaltos... Sin casi ninguna de las cualidades que normalmente caracterizan la personalidad de la obra de los grandes artistas. Hay pintores a los que se puede definir casi con una palabra: el pintor de la luz, del color, de la belleza, del tremendismo, de la sensualidad, del claroscuro, de la mística, del realismo, de la pureza etcétera, etcétera. Para mí sería difícil conseguir destacar una cualidad en Velázquez, porque aunque pudiera parecer un juego de palabras, insisto, nada es destacable en Velázquez, o tal vez lo es todo. Por no ser, no es ni barroco. Vivió y pintó en esa época, pero ¿qué tiene que ver con los grandes del barroco con Caravaggio o Bernini?

No, Velázquez es Velázquez No tiene más tiempo ni estilo ni escuela que su vida y su estilo y su escuela. Y aún diría yo más: su vida y su obra quedaron separadas para siempre cuando él dejó de existir. Tan separadas que sus cuadros ya no le pertenecen, son anónimos, no tienen autor. Son la apología del anónimo. En él la anécdota más extremada se convierte en pintura. No hay enanos, ni borrachos, ni infantas, ni hilanderas, ni reyes, ni Cristo, etcétera... Sólo hay pintura. Para él un enano es una excusa para pintar, y sólo así es posible comprender por qué pintó el maravilloso paisaje de la villa Médicis. Seguimos mirando los cuadros, seguimos descubriendo nuevos matices. Siempre hay novedades en Velázquez. Podemos hablar de serenidad, de espacio, esa atmósfera que parece que respiran sus interiores. Nos hace como palpar la vida, misterios de los sentidos humanos. Cuando esto nos ocurre, ¿cómo explicarlo? Sólo podemos decir que lo sentimos en todo nuestro ser y que nos sentimos felices. Las modas, la vida, todo pasa. Nos quedan sus cuadros y nuestra pequeña vida personal para mirarlos, para mirar la pintura: Velázquez.

Andreu Alfaro es escultor.

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