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TRÁFICO DE INFLUENCIAS

"Que no me llama, Txiki"

"Que no Txiki, que no, que no puedo hacer nada porque mi hermano ni siquiera me llama( ... )". José María Benegas desveló ayer esta confidencia del vicepresidente del Gobierno para justificar la aparente inmunidad con que Juan Guerra ha gestionado sus polémicos negocios desde que dejó el despacho que ocupaba en la Delegación del Gobierno en Andalucía.De perenne acompañante del vicepresidente en todos sus viajes a Sevilla, Juan Guerra se ha convertido en un mensajero misterioso. Hace algunos días, cuando la polémica alcanzaba su máximo esplendor, una persona, que algunos identifican con el mismísimo Juan Guerra acudió a la sede del PSOE en la sevillana calle de San Vicente y dejó en la portería una carta, la petición de baja temporal, y un mensaje: "El próximo lunes tendrán noticias de Juan Guerra".

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Dirigentes socialistas forzaron la renuncia de Juan Guerra como militante del partido

La posibilidad de que el hermano del vicepresidente del Gobierno abandone su silencio y su paradero desconocido y telefonee o acuda a la sede socialista ha hecho que el secretario regional de los socialistas andaluces, Carlos Sanjuán, cancele una reunión que tenía prevista para mañana en Madrid. Sanjuán, intentando poner una nota jocosa en la complicada situación, decía ayer: "Cualquiera desperdicia una cita con Juan Guerra".

Sanjuán se mostraba ayer convencido de que el anuncio del mensajero misterioso se cumplirá y "Juan Guerra hablará con nosotros el lunes".

Dirigentes del PSOE reconocían ayer, siempre en privado, que la dirección del partido intentará por todos los medios que el caso Guerra "salpique lo menos posible" al vicepresidente, aunque para ello haya que reconocer que Juan Guerra tenía al menos, negocios sospechosos. De igual forma reconocían que será muy difícil tipificar el tráfico de influencias: "Como mucho podremos conseguir que se cambie de nombre el delito de cohecho". "Y que nos dejen en paz, que así no hay manera de trabajar", rogaba, sin demasiadas esperanzas, la senadora socialista Amparo Rubiales.

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