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CONVERSACIONES EUROPEAS

Minc: "El mito de 1992 nos vuelve ciegos"

Alain Minc (40 años, empresario e intelectual) ha sacado a la calle una provocación. La grande illusion, su último libro, es una admonición, una advertencia. Abramos los ojos, viene a decir, porque "el mito de 1992 nos vuelve ciegos". Con una República Federal de Alemania mirando cada vez más hacia el Este, Europa corre el riesgo de convertirse en una inmensa zona franca económica, sin Identidad política, social ni cultural, aislada de EE UU, finlandizada por la URSS, tina repetición en el siglo XXI de lo que los Balcanes fueron en el XIX. "No hay un problema europeo, sólo hay un problema alemán", exclama Minc. "Y sin Alemania, Europa no existe".

En 1978, este joven y brillante enarca, el perfecto primero de la clase, publicó junto a Pierre Nora el célebre Informe Nora-Minc sobre la informatización de la sociedad. El pasado jueves recibía en su despacho de director general de Cerus, el holding francés de Carlo de Benedetti, un ejemplar en castellano de su anterior libro, La máquina igualitaria, recién publicado en España, donde aparecerá también La gran ilusión, cuya traducción acaba de autorizar.Una de las ideas capitales del libro es que el problema alemán impide la construcción europea. Los políticos y la sociedad de Alemania Occidental se vuelcan hacia el Este, con el objetivo de la reunificación y del fin de la hemiplejía en el horizonte. "La RFA", explica Minc, "es un país que vive con tres adherencias, como centro de Europa, por su relación con el Este y por sus reales raíces occidentales. El punto de equilibrio condiciona toda la evolución de Europa, porque la RFA es el centro, la potencia económica dominante y el desafío estratégico. En el Oeste, la potencia dominante es Francia, pero la estrategia se juega en la RFA. No hay un problema francés o un problema español, no hay un problema europeo, sino un problema alemán".

Para acabar con la ambigüedad y salvar Europa, Minc llega a proponer una fusión entre Francia y la RFA. "No, no es una boutade. Creo verdaderamente qué si Francia no se mueve no hay ninguna posibilidad de construir Europa occidental. Cierto, es una provocación. Los franceses dicen '¡Europa, Europa, Europa!', pero no quieren que su defensa nacionai proteja Europa, y tampoco imaginan que construir Europa requiere un verdadero acercamiento institucional. Con mi propuesta, al menos se efectuaría la carga de la prueba. O Alemania acerita que prevalezca la Europa occidental sobre la Europa continental o no acepta". Minc, que propugna ampliar hasta el Elba la cobertura de laforce defrappe francesa, está seguro de que la RFA diría no a la fusión, " pero hay que probar". "Si Alemania dice no, no hay Europa. Eso es todo. liabrá un espacio europeo, con relaciones tan complicadas como en el siglo XIX, pero no habrá identidad europea".

La Francia nuclear

Antiguo inspector de finanzas transformado en financiero profesional, Minc niega que en el decálogo con que acaba el libro atribuya a Francia el papel dirigente en una Europa amputada del corazón alemán. "Francia no es la potencia económica ni lingüística dominante. Es la potencia estratégica porque la fuerza nuclear británica no existe. Francia tiene quizá todavía una capacidad de iniciativa un poco mayor, pero esto no es nacionalismo", advierte. "Simplemente, ante una RFA que no es total mente libre y un Reino Unido que no está en Europa, la carga de la prueba debe hacerla Francia. Pero si los alemanes dicen no, se acabó".

Otra afirmación polémica: la comunidad cultural europea carece de sentido, ya que, explica Minc, "depende de la escuela y de la televisión europeas, que no existen". "Para ilustrar esto hay una frase en el libro que los españoles comprenderán muy bien. Europa existirá el día en que los europeos hablen de las guerras europeas como los españoles hablan de la guerra civil. Hay que leer la guerra de 1914 -no la de 1939-1945, que es una especie de guerra del bien contral el malen los libros de las escuelas francesas y alemanas. Alucinante, alucinante...", comenta, refiriéndose a las enormes diferencias existentes. "La televisón europea es sólo un canal de distribución de subproductos norteamericanos. Éstos son los grandes problemas, y no la liberalización del mercado de capitales".

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.¿Qué es la cultura europea?", se pregunta Minc. "Los valores de libertad o de democracia son valores occidentales. Existe una diversidad cultural entre la Europa central, la latina, la anglosajona. Hay una cultura occidental, pero- no una cultura europea".

Minc, representante en Francia de la izquierda liberal, considera a Felipe González, "el mayor y más lúcido hombre de Estado occidental% de quien elogia el "formidable éxito" de su política económica. "Para España, 1992 es la entrada en la modernidad económica, lo que fue para Francia el Mercado Común en 1958. No es un azar", dice, "que los españoles sean los europeos más entusiastas: están seguros de ganar en todos los frentes".

En la vertiente estratégica, Minc siente nostalgia atlántica, preocupado como está por "la grave pérdida para Europa de los lazos con Estados Unidos" y por el creciente retorno de este país a su tradicional aislacionismo. En esta línea de pensamiento, reprocha a los países de la CE la "vía de la facilidad" adoptada ante la perestroika. "Si la perestroika. va lejos, será formidable, un milagro para Europa, pero si hay una vuelta atrás burocrático-estalino-nacionalista, los gestos que Europa habrá hecho hacia la URSS serán concesiones muy graves. Yo no sé qué va a pasar, pero la evolución de Europa conduce a una finlandización dulce".

¿La grande illusión no es el grito angustiado de un europesimista? Minc lo niega. "Yo no creo en la ingenuidad europea que consiste en decir: gran mercado igual a unidad económica de Europa igual a unidad de Europa. Esto es una inmensa ingenuidad". Admite, sin embargo, que "el pesimismo es una especie de higiene intelectual". "En la industria", cuenta el Minc ejecutivo, "hay que administrar pensando que vendrá lo peor, porque entonces, si llega lo mejor, el beneficio es mayor. Pero yo creo en la fuerza de la política. De ahí mi admiración por España. ¿Qué ha pasado en España en los últimos 15 años? Es la rehabilitación de la política. Creo que la política, cuando se ocupa de lo esencial, es absolutamente decisiva. Ahí está el ejemplo español. Simplemente, la política se ha ocupado de lo esencial, y lo esencial es que el Estado regule la vida socioeconómica". Porque sin Estado del bienestar, asegura Minc, tampoco hay Europa.

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