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Irán fracasa en su intento de acercar a los rebeldes afganos suníes y shiíes

El ministro de Exteriores de Irán, Alí Akbar Velayati, abandonó ayer la capital de Pakistán, Islamabad, sin lograr que la guerrilla afgana exiliada en este país permita una mayor representación de los muyahidin exiliados en Irán en el Shura (consejo consultivo) del que ha de salir el nuevo Gobierno de Afganistán. "Estamos persuadiendo a ambas partes [Pakistán, por la alianza de siete partidos suníes, e Irán, por los ocho grupos shiíes] para que dialoguen y alcancen una conclusión positiva que permita una amplia cooperación" dijo Velayati antes de volar a Karachi para hablar con la primera ministra, Benazir Bhutto.

El jefe de la diplomacia iraní mantuvo encuentros privados con la mayoría de los líderes de los siete partidos suníes. Éstos, que vislumbran la cercanía de la victoria sobre el régimen prosoviético de Kabul, mantienen una posición intransigente y poco negociadora, según fuentes diplomáticas. Convencidos de que "sólo ellos" han luchado sin descanso contra las tropas invasoras soviéticas, no están dispuestos a compartir un poder que les ha costado tanta sangre conseguir.Los rebeldes afganos dispararon ayer varios misiles contra un convoy de tropas soviéticas que salía de Kabul. con destino a la frontera, según anunció radio Moscú, que no especificó si se habían producido víctimas. El comandante de las tropas soviéticas en Afganistán, general Boris Gromov, advirtió el martes pasado en Kabul que los ataques contra las tropas soviéticas que se retiran "provocarían medidas de represalia".

"Tenemos que trabajar todos para lograr evitar el baño de sangre" que se avecina en Afganistán, dijo a este periódico el secretario de Estado de Exteriores paquistaní, Humayun Jan.

Paralizada la repatriación

Pakistán busca desesperadamente una solución política a la crisis afgana que permita la vuelta a casa de los más de tres millones de refugiados que acoge en su territorio. Por estas fechas ya deberían de haberse repatriado miles de ellos, mientras que, por el contrario, los fuertes combates que se llevan a cabo estos días en Afganistán han vuelto a abrir un nuevo flujo de personas que escapan a los horrores de los bombardeos, al hambre y al sitio de las ciudades por los rebeldes.

La misión de Velayati sólo ha tenido eco entre los dirigentes paquistaníes interesados en formar un eje Irán-Pakistán-Afganistán que prevenga cualquier influencia india en este último país una nueva aventura de la Unión Soviética.

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Sin embargo, el sectarismo que se abre camino a pasos agigantados en las filas afganas -antes del golpe de Estado de 1979 nunca hubo enfrentamientos serios entre suníes y shiíes en Afganistán- no parece que vaya a permitir un protagonismo íraní. Arabia Saudí, la gran rival de Irán en el golfo Pérsico, que en estos años ha entregado una cuantiosa ayuda a los siete partidos suníes con base en Peshawar (Pakistán), también está poniendo toda su influencia de por medio para evitar la caída de Afganistán en la esfera iraní. El fundamentalismo islámico es el único punto en común de las diferentes fuerzas guerrilleras, y si bien Irán y Pakistán aplauden el triunfo del integrismo, para los conservadores, Alá y la revolución siguen caminos diferentes. Humayun Jan señaló que, "al menos durante la transición", Afganistán necesita un gobierno de "amplia base".

[Por otra parte, el presidente afgano, Najibullah, aseguró ayer que cuenta con la suficiente fuerza militar como para garantizar la supervivencia de su gobierno cuando se retiren las tropas soviéticas. También ayer, las autoridades afganas responsabilizaron a su vecino Pakistán del derribo de un avión con nueve personas a bordo al no atender su llamada de auxilio. Los paquistaníes aseguran que el aparato se estrelló cerca del pueblo de Banu, en su frontera norocciental por falta de carburante, informa Reuter.]

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