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Coloquio en Aix-en-Provence sobre el reinado de Carlos III

En la universidad francesa de Aix-en-Provence se ha celebrado la pasada semana un coloquio internacional sobre el reinado de Carlos III en torno al tema Modelo teórico y realidades que estuvo dirigido por los historiadores franceses Gérard Chastagnaret y Gérard Dufour.

Seguido por un numeroso público de profesores y estudiantes, el coloquio abarcó, con gran rigor científico, la inspiración, posibílidades y oposiciones de la política carolina, desde el reinado en Nápoles (que la comunicación de Ana María Rao consideró como un primer ensayo de aplicación de las ideas del futuro Carlos III) hasta su valoración por los coetáneos, extremadamente ambigua, según demostró el estudio, por parte de María Dolores Albiac, de varios discursos fúnebres pronunciados en las exequias reales. Esta oratoria, aparentemente convencional, deja traslucir muy sutilmente una valoración de la imagen del difunto que los participantes en este coloquio no han dudado en hacer suya y que es la que se desprende de la actitud de unos gobernantes que idearon una política abierta y dinámica, e incluso reativa, pero cuya puesta en práctica dejó mucho que desear.

Unidad de criterio

Todas las ponencias convergieron, de un modo u otro, en esta dirección, y esta comunidad de criterio fue quizá la nota más sobresaliente. François López se aplicó, de entrada, a poner en tela de juicio la noción misma de despotismo ilustrado. Varias intervenciones posteriores pusieron de relieve la influencia, sobre la propia tradición nacional, de modelos extranjeros: la Francia de Luis XIV, en primer lugar; Inglaterra e incluso Alemania en lo concerniente a la siderometalurgia. En estas fuentes de inspiración bebieron los ministros de Carlos III, más que el propio monarca.De la decepcionante puesta en práctica de las intenciones de los políticos ilustrados son responsables las fuerzas tradicionalistas, especialmente las elites sociales que las frenaron y obstaculizaron cuanto pudieron.

Antonio Viñáo Frago subrayó el fracaso de un sector de importancia tan capital como la educación. Pero, de todos modos, los esfuerzos de la política carolina en este esencial terreno no estuvieron a la altura de los realizados en otros dominios. Michel Dubuis, Jean-Pierre AmIric y Gérard Chastagnaret valoraron con extremo rigor los intentos de reformas en lo económico. Otro tanto hizo para lo social Jacques Sotibeyroux con una ponencia sobre El Estado y los pobres. El análisis de las estructuras políticas corrió a cargo de María Teresa Pérez Picazo; las culturales, de Lucienne Domergue, y las religiosas, de Emilio Laparra López y Gérard Dufour.

Hay que subrayar la oportunidad de la celebración de este coloquio en una universidad francesa tan prestigiosa como la de Aix-en-Provence cuando comienza la conmemoración, a bombo y platillo, del bicentenario de la gran revolución de 1789.

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