Una buena historia

Uno de los reproches más generalizados que se esgrimen en España contra el cine español actual es el desierto de historias cinematográficas sobre el que crece o malcrece. Pero este no es sólo un problema nuestro, es un problema que afrontantante el cine europeo como el norteamericano.Una de las carencias más generalizadas, más evidentes y, por tanto, menos discutibles de cuantas padece el cine occidental, a uno y otro lado del Atlántico, es la carencia de buenos guiones, de ese nudo de contenidos argumentales específicamente cinematográficos o de ese "algo que decir" que permite que lo que en cine más importa, que son las formas, vuelen, o que salgan de una vez de ese persistente vuelo rasante del que no consiguen despegar hacia alturas imaginativas de antaño.

Parece que se ha producido un relevo relativamente satisfactorio en todos los sectores que contribuyen a la creación de películas, sobre todo en los técnicos, pero -y ahí se percibe la capacidad de absorción de la esponja de las televisiones los capítulos creativos, comenzando por el de los guionistas de un tiempo a esta parte, se ha casi desertizado.

La televisión

La mayoría de los guionistas expertos de Hollywood multiplican su trabajo en las grandes series televisivas, hasta el punto de que hoy es dificil encontrar en el cine norteamericano guionistas enteramente dedicados a urdir historias para la pantalla grande.Parece que, dada la segura rentalibidad que para ellos suponen los contratos de la pequeña pantalla- trabajan para la otra sólo en huecos de holganza y en paréntesis.

Por esto, la aparición de un guionista cinematográfico genuino, de los que, por dedicación, estilo y originalidad, recuerdan a los escritores de películas que tanto abundaron antaño en la época dorada de Hollywood, sea celebrada como si se tratara del descubrimiento de una mina intacta. Un filón que puede dar aún mucho de sí.

De ahí la expectación que, desde su espectacular reconocimiento mundial por su trabajo en Hechizo de luna, rodea a los trabajos de escritura cinematográfica de John Patrick Shanley, guionista también de esta 5 esquinas, películas recién estrenada en España, aunque en el tiempo sea anterior a Hechizo de luna.

Realmente es Shanley un guionista muy notable, y lo cierto es que 5 esquinas, pese a ser una película muy imperfecta en su realización, filmada con estrecheces, rutinariamente interpretada y que discurre sobre un conjunto de imágenes nada poderosas, mantiene al espectador atado a la butaca gracias a la habilidad con que Shanley combina en ella los accesos de la identificación del espectador con los personajes (desarrollados de manera muy simple, directa y veraz) con los ganchos (a veces, incluso rocambolescos) de la intriga en que los mete.

Contrastes

Y mezcla el guionista (que nuevamente es simplemente traducido a imágenes por el director, según sus propios criterios) lo cotidiano con lo imprevisto, lo ordinario con lo excepcional, sin provocar en la secuencia de la película rupturas de ritmo ni forzamientos aparentes, de tal manera que la historia ofrece un par de violentos giros, casi de 180 grados, y no obstante éstos se digieren por el espectador como si fueran partes de una suave línea recta por la que se desliza. En lo que hace a instinto y oficio, el guionista John Patrick Shanley los tiene con creces. Y la película entretiene siempre y crea expectativas que acaban gratificando la tensión argumental acumulada, pese al desaliño y la pobreza que hay en su imaginería y en sus juegos de actores, en general poco convincentes y no bien conjuntados por la epidérmica dirección de Tony Bill.