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SORPRESAS EN EL MERCADO DEL ARTE

Jasper Johns ya no espera la muerte

Sus obras superan los mayores precios pagados por un artista vivo

El fenómeno Jasper Johns se ha levantado esta semana de manera imprevisible. En sólo un par de días -el jueves y el viernes de esta semana en Christie's y Sotheby's, de Nueva York- dos de sus obras alcanzaron el precio récord pagado por un artista vivo, y al día siguiente lo doblaron, superando en la misma subasta el precio por un Picasso. Ayer, varios Degas, Monet y Dalí ofrecidos en subasta no se vendieron. Todo parece indicar que se está viviendo un momento crucial en el mercado de¡ arte, aún difícil de analizar. Un fenómeno que hace algunos años hacía lamentar al propio Johns que en Estados Unidos a un artista sólo se le consideraba tal después de muerto.

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Nacido en la localidad de Allendale, Carolina del Sur, en 1930, Jaspers Johns realizó estudios universitarios en su Estado natal y, tras cumplir el servicio militar en Japón, se instaló en Nueva York a los 22 años, donde tuvo que simultanear su dedicación al arte con diversos trabajos. Refiriéndose a aquellos años de dificultades, el artista vivo que ha batido todos los récords de cotización en subasta declaró en 1964 lo siguiente: "Mi aprendizaje estuvo determinado por la idea que se tenía en Estados Unidos del artista. Se le consideraba un personaje distinto de los demás, que vivía aislado de la sociedad y vivía solo, incomprendido hasta que, después de muerto, el mundo comenzaba a apreciar el valor de sus obras. Era una historia triste que formó parte de mi aprendizaje".Casi un cuarto de siglo después de haber realizado esta declaración y, exactamente, a 30 de celebrar su primera exposición individual en la galería de Leo Castelli, de Nueva York, donde mostró sus Banderas y Blancos, Jaspers Johns no sólo ha visto cómo una de sus White Flag (Bandera blanca) alcanzaba el exorbitante precio de 850 millones de pesetas y al día siguiente su False start (Salida en falso) se vendía en 2.000 millones de pesetas, sino también, unos meses antes, cómo era homenajeado en la Bienal de Venecia, donde ocupó en solitario el pabellón norteamericano y obtenía el premio al mejor artista.Apreciado por la críticaJohns es uno de los artistas actuales más apreciados por la crítica y con la más alta cotización en el mercado desde hace ya bastantes años. Más que sorprendernos por la cifra económica pujada, ciertamente espectacular, debemos recordar que las dos únicas obras que no se lograron vender en aquella primera muestra personal en Castelli fueron Blanco con moldes de yeso, que la compró el propio galerista por 1.200 dólares (138.000 pesetas al cambio actual) sin descontar su comisión, que hubiera reducido la cantidad a la mitad, y la primera White flag, pintada en 1955, que la conservó el artista en su colección particular.

No ha tenido, pues, Jaspers Johns que esperar a una fama póstuma, como creía durante su aprendizaje juvenil, pero, si no confundimos prestigio artístico .con dinero, aún tardó mucho menos en lograr el reconocimiento crítico.

El motivo, si no del éxito, al menos del apasionado aplauso de las minorías intelectuales neoyorkinas en la segunda mitad de los años cincuenta, estuvo seguramente relacionado con lo que esta obra de Johns implicaba de ruptura y alternativa frente al expresionismo abstracto entonces en vías de institucionalización. Jasper Johns, junto a su colega y amigo Robert Rauschenberg, promovieron un arte antisubjetivo que reintroducia la figuración -imágenes y objetos banales extraídos de la vida cotidiana-, valoraba la superficie plana, practicaba una técnica de ensamblaje, la serialidad y la ilusión como opuesto a lo real. Seguidores de Duchamp y el compositor John Cage, ambos fueron tildados de neodadaístas y precursores del artepop.

Más controlado y hermético que Rauschenberg, a la vez que artista más mental e irónico, Jaspers Johris recuperó la mítica técnica clásica de la pintura encáustica y, sin duda, es uno de los grabadores más interesantes y sofisticados de nuestra época. Johris ha declarado su predilección personal por la obra de Cézanne, Picasso y Duchamp, o, como también él mismo ha dicho, por la sensual sinestesia del primero, la interesante tosquedad del segundo y la experiencia mental del tercero.

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