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El paso del huracán 'Gilberto', televisado en directo

Francisco G. Basterra

La costa de Tejas, junto a la frontera con México, está desde esta madrugada en el ojo del huracán Gilberto. Decenas de localidades a lo largo del golfo de México, una de las zonas más pobres de EE UU, han sido abandonadas y son un desierto de casas protegidas por madera contrachapada y cinta aislante cruzando las ventanas, barridas por vientos de más de 160 kilómetros por hora, mareas de hasta cuatro metros, lluvias torrenciales y olas gigantes. El dramático paso del Gilberto está siendo seguido minuto a minuto a través de la televisión.

A última hora, el rumbo del huracán parecía dirigir su ojo, el corazón de la tormenta, a territorio mexicano, al Estado de Tamaulipas, al sur de la ciudad tejana de Brownsville, salvando quizá de su impacto más fuerte a este país. Una vez más, México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Es curioso que estos fenómenos naturales causan, sobre todo, daño en el Caribe pobre tercermundista.

El Gilberto ha sido seguido minuto a minuto por las televisiones norteamericanas desde hace días. Una saturación informativa que conlleva una exageración de la noticia y que forma parte del estilo de vida de esta democracia televisada en directo, que también retransmite al minuto las catástrofes. Desde la sala de estar se puede ver cómo evolucionan los 10 aviones Orion P-3 y WC130 cruzando el ojo del huracán, recogiendo datos de la velocidad de los vientos, presión atmosférica y dirección de la tormenta.

Un billón de pesetas en daños

Aviones soviéticos Ilyushin 18 también se cruzan con los norteamericanos en el corazón del Gilberto, volando desde sus bases de Cuba. Los meteorólogos norteamericanos son capaces de precisar, casi a la milla, el lugar de impacto del huracán. Todo está tan programado que llega a perder dramatismo. Lo contrario de lo ocurrido en Jamaica, donde los turistas norteamericanos se quejan de que el gobierno local no les informó que venía el Gilberto.

El huracán Gilberto, el más fuerte de este siglo cuando esta semana arrasó la isla de Jamaica (40 muertos), con vientos de 280 kilómetros por hora, y barrió las vacaciones de miles de turistas norteamericanos en la península mexicana de Yucatán, ya no es una tormenta de fuerza 5, la máxima en la escala que mide estos fenómenos. Ha perdido algo de fuerza sobre el golfo de México, pero aún así es una fuerza muy peligrosa que puede aumentar espectacularmente la cuenta de 8.000 millones de dólares (un billón de pesetas) de devastación causada antes de llegar a EE UU.

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Este país se ha preparado para recibir al Gilberto, que a la hora de transmitir esta crónica se encontraba a 240 kilómetros al sureste de Brownsville, lugar previsto para su aterrizaje, como si se tratara de una guerra. Un centro de crisis en el Pentágono, en Washington, está coordinando la ayuda que podría prestar el Ejército si fuera necesaria. Más de 100.000 personas han sido evacuadas de la zona prevista del impacto.

El gobernador de Tejas ha publicado un decreto levantando las restricciones de velocidad. Los presos de cuatro cárceles de Houston han sido evacuados al interior del Estado. Las pilas —se recomienda hacer acopio de ellas para linternas y radios—, que la semana pasada costaban 1, 70 dólares, ahora cuestan 4 dólares.

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