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El ocaso de una imprenta con 140 años de historia

La plantilla duerme al pie de las linotipias

Hijos de E. Minuesa, una de las Imprentas más antiguas de Madrid tiene los días contados. Fundada en 1848, la que fuera la "Imprenta Central de los Ferrocarriles" puede desaparecer en breve víctima de la plusvalía del solar que la alberga. Un bloque de viviendas puede terminar con esta reliquia y dejar en la calle a 99 trabajadores.

La plantilla de la sociedad limitada Hijos de E. Minuesa lleva 26 días encerrada en los locales de la imprenta exigiendo el mantenimiento de sus puestos de trabajo. Por el lado empresarial se considera que la continuidad del negocio es inviable. El conflicto crece alumbrado por un solar de 2.400 metros cuadrados, al que ambas partes se aferran.La imprenta Hijos de E. Minuesa, SL, lleva unos años sin poder salir del agujero. De nada vale un pasado lleno de gloria, en el que gozaba de clientes como las universidades Autónoma, Complutense y la UNED, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, las editoriales Alianza, Istmo, Cincel, Fondo de Cultura y Pirámide, amén de la propia Renfe. Ahora los escasos encargos provienen de los ministerios de Trabajo y Justicia y, de vez en vez, imprimen revistas con pequeña tirada, como Acción Getafense, cuyo director es el jefe de personal de la imprenta.

Uno de los trabajadores recuerda cómo hace 22 años, cuando entró de aprendiz, "la imprenta sólo exigía trabajar 12 horas, eso sí, bien pagadas. Y, encima, no dábamos a basto". Aquel paraíso duró hasta que, a mediados de los setenta, Hijos de E. Minuesa tiene que cubrir el agujero abierto por otra imprenta de la que es dueño Rafael Martínez Minuesa, entonces director de la primera. Rafael Martínez desaparece dimite y los Hijos de E. Minuesa heredan una deuda que rondaba los 200 millones.

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Éste fue el disparadero para los 99 trabajadores, que actualmente tienen como media 45 años de edad y 20 en la empresa. A partir de este momento la imprenta empezó a abandonarse, aunque no tanto en cartera de clientes como en plantilla y maquinaria. Empiezan a acumularse deudas, y Hacienda, según los trabajadores, embarga a la familia una parte del solar, valorado en cerca de 46 millones de pesetas.

El panorama empeora el 20 de abril. Los trabajadores conocen a través de un anuncio en Prensa que el solar de la imprenta, único aval que les asegura una posible indemnización, figura dentro del Plan de Ordenación Urbana de Madrid. Según quedaba expuesto en los paneles de la Gerencia de Urbanismo, el local se convertiría en edificio de viviendas.

La venta del solar inicia la marcha atrás. El pasado 15 de jul¡o la entidad notifica a los trabajadores que ya existe posible comprador. Se trata de la firma Intrase, SA, que estaría dispuesta a pagar 400 millones de pesetas con una condición: "Que para abonar dicha cantidad debe encontrarse libre de personal, así como de cargas y gravámenes".

Es aquí donde nace una sobreentendida regla de tres: si el solar tiene que ser vendido porque lo dice el Plan y el comprador lo quiere vacío, los trabaja dores a ver qué hacen si quieren recibir una indemnización, porque la empresa asegura que el valor del solar no alcanza para cubrir la deuda y mantener la plantilla.

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