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Crítica:CINE / 'EL CUARTO HOMBRE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La seducción de la fantasía

Paul Verhoeven es uno de los realizadores diferenciados del cine europeo que ha sido captado por Hollywood, donde ha realizado la sugerente y violenta Robocop.El holandés, en todas sus obras, independientemente de los temas elegidos, muchas veces buscando cierta provocación, pone el énfasis en la visualización particular de sus filmes.

El cuarto hombre, filmada anteriormente a Los señores del acero -rodada el amparo de las murallas de Ávila y aún no estrenada en España-, también fue seleccionada a la candidatura al Oscar para la mejor película extranjera, al igual que su segunda realización, la escatológica Delicias turcas.

La película ahora estrenada con considerable retraso, y distinguida en varios, festivales, obtuvo el premio especial del jurado en Avoriaz y el de la crítica en el madrileño Imagfic, en. 1984. Que acaparara la atención en dichos certámenes que potencian el cine fantástico es lógico, pues contiene numerosos elementos queridos por dicho género.

El cuarto hombre

Dirección: Paul Verhoeven. Guión: Gerard Stoeman. Basada en la novela de Gerard Reve. Fotografía: Jan de Bont. Música: Loek Dikker. Intérpretes: Jeroen Krabbe, Renée Soutendik, Tom Hoffman, Dolf de Vries, Geert de Jong, Caroline de Beuys. Productor: Rob Houwer. Holanda, 1983. Estreno en Madrid: cines Azul, La Vaguada M-2 y Luchana.

La alegoría católica, los simbolismos, las premoniciones y cierta presencia surrealista están coherentemente combinados por Verhoeven -nada tiene que ver con el cineasta alemán de la opereta del mismo nombre- y dan protagonismo a una plástica estilizada, donde los colores ayudan al clima creado, con una reiteración simbólica del rojo.

Sin desechar la comercialidad, por la que siempre se interesa el realizador, ni los efectismos, el sugerente, incitante y en cierto sentido perturbador producto fílmico no desecha la provocación en sus escenas, donde el sexo es fundamental, sabiendo convertir al espectador en expectante voyeur, sin que por ello la intriga se resienta.

La facilidad de Paul Verhoeven para realizar películas que ofrezcan una alternativa a la vulgaridad del cine de consumo busca también la aceptación popular de su obra, aunque no por ello renuncie a la etiqueta del pasado arte y ensayo.La creencia en la importancia de la fantasía dentro del proceso creativo del artista, según declara el escritor bisexual y alcohólico protagonista de El cuarto hombre, no es sino la declaración de principios del cineasta, que busca el éxito comercial sin renunciar a su personalidad plástica y obsesiva, que de momento le ha supuesto realizar su sueño de filmar en Estados Unidos.

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