_
_
_
_
_
Reportaje:

Una denuncia antiestalinista consagra a Anatoli Ribakov como el autor más popular de la URSS

La novela 'Los niños del Arbaf' estuvo prohibida durante muchos años

Pilar Bonet

A sus 77 años, el escritor soviético Anatoli Ribakov irradia euforia. Este anciano, de ojos chispeantes y apariencia de genio travieso gracias a La combinación de una peculiar risa y dos mechones de cabello blanco tieso sobre elcráneo, se ha convertido en el escritor más leído, más celebrado, más polémico, más traducido y posiblemente más rico de toda la URSS con su novela Los niños del Arbat, que ha marcado un hito y ha hecho historia dentro de la perestroika (reestructuración) cultural soviética. Los niños del Arbar es una novela antiestalinista, ambientada en los años treinta, que durante muchos años permaneció inédita, pues el autor se negaba a publicarla en el exterior. El año pasado la publicó la revista literaria Druzhba Narodov.

Más información
Como si fuera la Biblia

Ribakov nos recibe en su dacha (casa de campo) de Peredelkino, una localidad residencial a las afueras de Moscú donde entre abedules y abetos se encuentran las villas que la Unión de Escritores de la URSS pone a disposición vitalicia de sus miembros. Ríbakov vive aquí todo el año, cuando no está en Estados Unidos o atiende alguno de sus múltiples compromisos en el extranjero.Por la ventana de su gabinete de trabajo totalmente forrado de madera, se divisa sólo la acumulación de nieve horadada por los troncos esbeltos de los abedules. En la penumbra de la habitación, Ribakov no disimula su alegría por el éxito obtenido por Los niños del Arbat, una novela antiestalinista ambientada en los años treinta que causó sensación al ser publicada el año pasado por la revista literaria Druzhba Narodov.

Los niños del Arbat, prohibida largo tiempo por su denuncia de la figura y crímenes de Stalin, es considerada como un símbolo de un nuevo deshielo cultural, y para muchos ciudadanos ha supuesto la revelación apabullante de unos horrores que conocían sólo de forma fragmentaria.

"Todos los países del mundo que tienen editoriales se disponen a editar Los niños del Arbat. La he vendido en todos los países de Europa, comenzando con Suecia y acabando por Grecia y pasando por España. También a Israel, Argelia, Japón y China, donde van ya por la segunda edición y con una enorme tirada. En la URSS, aparte de la edición de Druzhba Narodov, que tenía una tirada de 160.000 ejemplares, se ha hecho un libro con 300.000 ejemplares de tirada y se prepara otra de dos millones. Como mínimo, cada ejemplar publicado lo han leído 10 personas, y continúan circulando de mano en mano".

En una encuesta realizada por el Comité Estatal de Edición, Ribakov fue el autor que más votos recibió de los lectores, muy por encima de otros colegas suyos.

"¿Lo ve?", exclama, poniendo sobre la mesa los resultados de la encuesta. "Tuve 484 votos, y por debajo de mí, Mijail Bulgakov, con sólo 159, y luego sigue Pikul, con 120 votos. Je, je, je. Estoy cuatro veces por encima de mi competidor más cercano, je, je, je, y Pikal (un escritor especializado en novelas históricas prerrevolucionarias, extremadamente popular en la URSS) tuvo cinco veces menos, je, je, je".

Ribakov afirma que ningún libro en la historia de la URSS se ha vendido en el extranjero al precio de los niños del Arbat, que, según nos dice, aparecerá en España en la primavera editado por Planeta. Ribakov, que en un momento dado afirma estar convertido en un contable, se ha convertido en uno de esos raros personajes que conjuga el hecho de ser millonario con la circunstancia de ser soviético.

"Je, je, je. En España he cobrado muy poco. Tan sólo un adelanto de 10.000 dólares (1.140.001) pesetas). Claro, que en América lo he vendido por muchísimo más; varias veces más. Estados Unidos dicta la moda en el mercado del libro. En Francia, en la RFA y en Italia también lo he vendido por más dinero. Claro, que el escritor no se queda la cantidad íntegra. Un 25% se le cobra la Sociedad de Derechos de Autor (el VAAP), y el resto está lastrado por un enorme impuesto progresivo. Así que no me queda tanto dinero, pero algo sí. Tengo divisas que me puedo gastar en el extranjero o aquí cambiándolas por certificados para comprar en las beriozkas" (las tiendas especiales para los ciudadanos con derecho a tener moneda extranjera).

Stalin como personaje

Los niños del Arbat es el fruto de un largo trabajo que se remonta a los años sesenta, cuando Ribakov pretendió publicar la primera parte de la novela en la revista Novi Mir, entonces dirigida por Alexandir Tvardovski, el responsable de la publicación, en 1962, de Un día en la vida de Iván Denisovich, de Solyenitsin. De una de sus múltiples carpetas saca un viejo número de Novi Mir de 1966 donde está, anunciada la publicación de Los niños del Arbat. "Tvardovski no se atrevió a publicarla porque había algunos capítulos sobre Stalin y no quería tratar esos temas. Entonces escribí una segunda parte, y ya no fueron dos capítulos sobre Stalin, sino doce. En 1978, la revista Octubre volvió a anunciar la publicación, pero tampoco pudo salir, y entonces escribí una tercera parte, y ya la mitad del libro era sobre Stalin, y sólo ahora he podido publicarlo".Durante años, quienes estaban al corriente del panorama líterario soviético sabían que Anatoli Ribakov tenía una novela explosiva a punto para publicar en cuanto se lo permitieran. Y la tenía bien guardada en alguna parte, aunque nunca pensó, según dice, en publicarla en el extranjero.

"Mi novela Arena pesada había aparecido en 23 países y había tenido éxito. Los editores querían tener otro libro mío y sabían que había escrito Los niños del Arbat, pero no quería publicarla en el extranjero porque pensaba que esta novela es necesaria para mi pueblo y para mi país y que debía ser publicada aquí. Ahora se publican en la URSS cosas que han salido primero en el extranjero, pero en aquel entonces publicar en el extranjero suponía cerrarse el camino aquí. Claro, que tenía una copia bien guardada, je, je, je. Cómo no. Todo se hizo como es debido. Tenemos experiencia. Dicen que los manuscritos no pueden destruirse, pero sólo cuando están en lugar seguro".

Para que su novela pudiera ver la luz, Ribakov tuvo que aceptar unos recortes en los trozos que implicaban más directamente a Stalin en el asesinato de Serguei Kirov, el jefe del partido de Leningrado, muerto en 1934.

"Este compromiso no tiene importancia, porque en la novela queda suficientemente claro que Stalin participó en el asesinato de Kirov, y los millones de personas que han leído la novela así lo entienden. Había un párrafo donde yo subrayaba este punto de forma directa. Me pidieron que lo quitara, ya que no hay pruebas documentales de lo que decía. Como artista he ganado con ello, ya que la lógica de la novela misma muestra a quién beneficiaba la muerte de Kirov".

Para escribir Los niños del Arbat, Ribakov se ha basado sobre todo en su propia experiencia vital. "En el año 1934 yo era ya un adulto, y aquella época, que para muchos es historia, es para mí parte de mi vida". En la casa número 51 de la calle de Arbat, donde arranca la novela, vivió de joven Ribakov; hoy es el emplazamiento del primer videosalón de Moscú.

Sacha Pankiratov, el protagonista principal, tiene elementos de la biografia de Ribakov, que fue condenado a tres años de prisión y expulsado del instituto donde estudiaba por su participacíón en un asunto parecido al de su novela: la redacción de un mural informativo interpretado de forma absurda. "Sacha Pankratov es bastante mejor que yo. Su esencia es el antagonismo con Stalin, porque se trata de un personje moral que representa al pueblo y la moralidad y la ética universal".

Ribakov se ha basado también en conversaciones con personas que trataron a Stalin y en la Prensa de los años treinta. Una de las cosas que más sorprenden a los lectores de Los niños del Arbat es el retrato que Ribakov traza de este personaje.

Un escritor no es un historiador

"Lo he pintado como era", dice. "No me he inventado nada. He hablado con mucha gente que lo conocía, que había hablado con él y que me lo describió detalladamente, y me bastaron algunos trazos para hacer su retrato. Además, yo he visto a Stalin en la tribuna. Tengo sus obras completas, los documentos de todos los congresos y de los procesos".Insiste Ribakov que un escritor no es un historiador, y desde su óptica prepara ya la continuacíón de Los niños del Arbat, que concluye en el pacto germano-soviético. El anuncio de su publicación en Druzhba Narodov ha hecho subir la tirada de esta revista hasta 800.000 ejemplares, nos dice. Piensa ya Ribakov en la tercera parte, que tratará de la guerra, un tema que ya abordó en Arena pesada, una polémica novela publicada en 1978 en la que se trataba el destino de una familia judía. "Tengo que escribirlo todo en los próximos tres o cuatro años, ya que no tengo la misma memoria ni la misma capacidad de trabajo que en el pasado".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_