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Casi la mitad de los contribuyentes no verá reducido en 1988 su impuesto sobre la renta

Casi la mitad de los contribuyentes -más de tres millones de unidades familiares- no verá reducido en 1988 su impuesto sobre la renta, principalmente porque al mismo tiempo que entrarán en vigor las nuevas tarifas desaparecerá la actual deducción general de 17.850 pesetas. Los niveles de renta mejor tratados realmente por la rebaja serán los comprendidos entre 9 y 13 millones de pesetas, cuyos tipos bajarán entre dos y tres puntos. Estas estimaciones se desprenden de comparar en términos homogéneos la tarifa vigente y la aprobada por el Gobierno. El ejercicio ha sido realizado por Hacienda, y en algunos medios de la Administración que conocen los resultados se vuelve a calificar el cambio de "contrarreforma fiscal".

En torno a un millón de contribuyentes situados en los tramos de renta inferiores al millón de pesetas, así como algo más de dos millones de personas que ingresarán en 1988 entre dos millones y cinco millones de pesetas, no encontrarán ventaja alguna en la nueva reforma del IRPF, a juzgar por las citadas comparaciones en términos homogéneos y por las estimaciones sobre los niveles de rentas imperantes.La causa radica en que el primer grupo no tendría que pagar si se mantuviera el esquema aplicable a 1987, en tanto que el estrato de rentas medias verá reducidos sus tipos efectivos en algo menos de un punto, ventaja que resultará anulada también al no volver a ser corregida la tarifa por la inflación y al desaparecer la deducción general y limitarse otras deducciones.

Mínimos exentos

Las comparaciones entre la tarifa vigente y la prevista para 1988, en función de la cual serán ajustadas a la baja desde el próximo mes de enero las retenciones sobre rentas del trabajo, han considerado principalmente que el proyecto de suprimir la actual deducción general alterará los tipos efectivos que le resultarán a cada contribuyente. La distorsión tendrá tanta importancia que, según las fuentes consultadas, la deducción general ya surtía casi el mismo efecto previsto para la novedad de introducir un mínimo exento de tributar, fijado en 600.000 pesetas.Esta deducción general -de 15.000 pesetas en los cuatro primeros años de la reforma fiscal y que para 1987 ascendía a 17.850 pesetas- es la que ha mermado en mayor cuantía durante los últimos años los ingresos de Hacienda. En 1980 le restó 100.000 millones de pesetas, y ahora ronda los 200.000 millones de pesetas, casi el 10% de los ingresos que espera el fisco en 1987 por el IRPF (unos 2,2 billones de pesetas).

Con el nuevo esquema, ningún contribuyente con menos de 600.000 pesetas de ingresos pagará IRPF. Probablemente tampoco sufra retención desde enero, fecha a partir de la cual el mínimo exento de presentar declaración se elevará desde 500.000 a 840.000 pesetas. Pero en la práctica ya hay pocas personas entre los asalariados que, con esos niveles de ingresos, tributen por el IRPF, debido al juego de las deducciones. Por ejemplo: al contribuyente que ingrese 500.000 pesetas le sale un tipo medio del 8%, equivalente a 40.000 pesetas de cuota, que casi es anulada por las 17.850 pesetas de deducción general y por la deducción de 21.000 por asalariado. Lo mismo ocurre con más del 80% de los pensionistas, porque perciben pensiones inferiores a las 40.000 pesetas mensuales.

En un caso más extendido, el del contribuyente que reciba hasta 800.000 pesetas y tenga una situación familiar media, tampoco debería pagar este año. Además de las citadas deducciones, este contribuyente puede restar 22.050 pesetas por ser casado, 33.600 pesetas por tener dos hijos y 12.600 por alojar en su casa a un ascendiente. Todo esto suma una deducción de 107.100 pesetas, muy superior a las 99.442 que le saldrían de cuota por aplicar el tipo medio correspondiente a sus 800.000 pesetas. Igualmente puede decirse que cerca del 90% de los pensionistas recibe menos de 60.000 pesetas-mes. Por tanto, las mayores rebajas (presuntamente del 100% para rentas inferiores a las 800.000 pesetas) quedarán fundamentalmente en un efecto óptico para los trabajadores o pensionistas que comparen las tablas sin tener en cuenta el juego de las deducciones, según las fuentes. A lo sumo les ocurrirá que no sufrirán retención o tendrán un mínimo porcentaje y luego no deberán declarar, en vez de declarar y esperar a recibir la devolución. En cambio, sí resultará beneficiada buena parte de los empresarios individuales, profesionales y agricultores -estratos donde Hacienda dice que hay más fraude-, pues aunque a ellos no les subirá el mínimo exento de declarar, sí se beneficiarán del mínimo exento de tributar, y en la declaración de 1986 hubo cerca de 400.000 que declararon por debajo de las 600.000 pesetas de renta anual.

Los 'castigados'

El cuadro adjunto, resultado de algunos de los estudios efectuados por Hacienda para obviar el hecho de que la nueva tarifa reduce los tramos a 16 y dificulta su comparación con la vigente, confirma que el efecto óptico se centra en las rentas inferiores al millón de pesetas, pese a que sólo se ha tenido en cuenta la desaparición de la deducción general. También se ha obviado el comparar con la nueva tabla de 1987 (deflactada por un 5%), lo que arrojaría disminuciones algo menores. Aparte de esto, serán reducidas otras deducciones, principalmente vivienda y suscripción de valores, y en 1988 no se impedirá -como se ha anunciado para 1987- que la subida de las rentas provoque saltosde un tipo a otro mayor. Este fenómeno ha castigado con especial intensidad en los últimos años a las rentas situadas entre dos millones y cinco millones, para las que el cuadro ofrece una reducción de tipos menor a un punto, insuficiente para compensar la inflación y las menores deducciones.

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