_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una americana intranquila

Vicente Molina Foix

Como los norteamericanos de más huella, Susan Sontag ha vivido en sus más de 20 años de peripecia intelectual una existencia itinerante y extraterritorial. Y no sólo me estoy refiriendo a esa expatriación voluntaria que trajo y trae intermitentemente a la escritora a Europa y a los artefactos y preocupaciones europeas, sino a su condición de buscadora de lo más descentrado, encubierto e indómito de la cultura y la creación artística, que Sontag convirtió en el emblema de su trayectoria.Son muchas las imágenes proyectadas por Sontag desde el momento en que irrumpió con gran ruido en el panorama internacional. La ensayista brillante y concienzudamente iconoclasta -que sintonizó con la intelligentsia radical pero ya no tan beata de ese tiempo, hablando tanto de las brutalidades de los americanos en Vietnam (Viaje a Hanoi) como de las delicias de una sensibilidad degustativa y no vindicativa del arte (Contra la interpretación)-, ha seguido escrutando en los siguientes y menos turbulentos años.

Más información
Susan Sontag: "Asistimos al desarrollo de un pensamiento apocalíptico"

La conciencia moderna

A la manera del paseante de Baudelaire -que la autora extrapola no sólo a Walter Benjamin en su magnífico Bajo el signo de Saturno, sino a otro escritor especialmente querido y muy bien rescatado por ella, Robert Walser-, Sontag ha recorrido, con la melancolía del artista, las avenidas más intrincadas y oscuras de la cenciencia moderna, aportando a todas ellas la luz de un enfoque crítico, dialéctico y arrasadoramente escéptico. "Una inteligencia que apunta a la resolución definitiva (o sea, a la supresión) del conflicto ( ... ) no es mi idea normativa de inteligencia", confesó hace 10 años.

Sin temor a ser tachada de inconstante por sus pares, los intelectuales apoltronados y logocéntricos, Sontag ha extendido las ideas de agitación y cambio y recurrido a los patrones de género y disciplina.

Hay que leer sus novelas y relatos para advertir en su medio más puro la elegancia y complejidad de su prosa y la rica amalgama de influencias en que se forja; pero hay también que ver las excelentes películas -apenas conocidas en España- que realizó en Suecia, Italia y Palestina, y, claro, leer bien sus ensayos, que, junto a la novela o la filosofía, exploran territorios más corsarios: la fotografía, la danza o el teatro son tres ejemplos. Sontag llama a Benjamín "héroe de la voluntad".

Sin el temperamento saturnino del alemán, pero con semejante angustia de la insatisfacción de los lenguajes, también ella, venciendo la ronda de la muerte (léase La enfermedad y sus, metáforas), ha logrado rectificar los límites del mundo recibido.

Desde dicha rectificación, Sontag ha conseguido hacer una obra paradigmática de ese espíritu alerta, resolutivo y moderno que, sin ignorar el calor y los guiños de la ironía camp, precede a los desmayos actuales del post.

"El arte es seducción, no rapto", escribió al comienzo de su carrera. Frente al ilusionismo complaciente de tantos nombres de la literatura última, Susan Sontag no ha dejado nunca de seducirnos con el estilo de su inteligencia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_