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El diseñador Philippe Starck asesora a las autoridades de Formentera sobre la evolución urbana de la isla

El creador francés expone sus últimos prototipos en Barcelona

Tomàs Delclós

El diseñador francés Philippe Starck expone en la sala Vinçon de Barcelona algunos de sus últimos prototipos, que incluyen desde una cubertería o un cenicero para no fumadores hasta pasta italiana con formas inspiradas en el yin y yan. Starck, que pasa temporadas en Formentera, asesora, según sus palabras, a las autoridades locales en el sentido de evitar un deterioro irreversible de la isla. "Se trata de una labor similar a la que he realizado en Nimes en la línea de mejorar el ámbito de lo cotidiano, concepto que incluye desde la especulación urbanística hasta la ubicación de señales".

Starck trabaja en París, aunque tiene delegaciones de su oficina en Nueva York y Tokio. Con todo, el concepto de oficina no cuadra en sus métodos de trabajo. "Somos un equipo reducido, unas seis personas, porque yo soy el responsable de todos los diseños. No tenemos un gran despacho. Cada colaborador dispone de un fax y nos transmitimos el trabajo electrónicamente. Cada uno trabaja en su casa anticipándonos al previsible sistema laboral que imperará en el futuro". Este sistema de trabajo está igualmente vinculado a la poética que como diseñador defiende Starck, quien afirma que un proceso de creación laborioso le haría perder la intuición y energía que preside su manera d e hacer. "Por otra parte, es un sistema de trabajo que no encarece el producto".Starck insiste en una idea democrática del diseño que pueda servir a los "no-idiotas", sean ricos o pobres. "Lo que yo no controlo son los circuitos mercantiles y no me siento responsable de que un objeto que en Francia cuesta cuatro mil pesetas, en Japón se venda por cincuenta mil. Yo no he inventado ni las aduanas ni las tasas".

El diseñador rechaza cualquier etiqueta sobre su propuesta estética por considerar que son conceptos reductores. "Un perfumista recoge esencias terrenales y las mezcla. Yo trabajo de una forma similar, observo la sociedad, sus signos y los transformo. Es un proceso semiótico. Los editores se incomodan cuando no formulo conceptualmente mi estilo. Mi único estilo es la libertad de crear un objeto cuando, donde, como y para quien yo deseo".

Starck manifestó a este diario que expone en Barcelona porque es fiel a sus amigos que lo apoyaron cuando apenas nadie reconocía su trabajo. "No estoy interesado en trabajar con gente nueva, sólo con mis amigos". Por otra parte, el diseñador francés está convencido de que España vive un importante desarrollo cultural.

El citado diseñador no cree en el diseño gratuito, por el puro placer. "Mi único vehículo de comunicación es el objeto que diseño y lo hago para ser comprendido. Aunque fuera capaz de crear la cosa más bella del mundo, si ésta no llegara a los demás, la destruiría".

Izquierdas y derechas

Encargos institucionales como los aposentos privados para el presidente de la República Francesa, François Mitterrand, o para el ministerio de Cultura (durante el mandato de Jack Lang) han dado a Starck una notoriedad que él evalúa contradictoriamente. "Francia es una país que vive una guerra civil latente entre las derechas y las izquierdas. Después de estos trabajos para un gobierno de izquierdas, es presumible que la mitad de los franceses me detesten. No creo que me haya beneficiado profesionalmente asumir estos proyectos, al menos en mi país. Por otra parte, rechazo el mercado del Estado porque es horroroso, complicado, paralizante. Me han dicho que soy un oportunista de izquierdas por realizar estos trabajos y que soy un diseñador de derechas por el precio que alcanzan algunas creaciones mías en el mercado. Rechazo estos adjetivos. Con Mitterrand nos une un proyecto social común".Starck trabaja en el diseño de muebles, prototipos industriales, dirección artística de compañías (imagen de empresas como Air France), interiorismo y, últimamente, en arquitectura. En la exposición barcelonesa muestra un proyecto ("que presenté a concurso sabiendo que lo perdía") para el teatro de ópera de Tokio, que es una mole estéticamente cercana a la Piedra Negra de la Meca y un edificio de inspiración biomecánica que se construye con coberturas de bronce ("el agua descenderá por las zonas oxidadas y se depositará en las fisuras generando las raíces del bloque"). Starck niega que trabaje por encargo. "Soy fundamentalmente intuitivo y por eso no retoco mis primeros bocetos. No hay modificaciones. Cuando trabajo no me suscito problemas estéticos sino dé funcionalidad".

Según el diseñador, su esposa Brigitte es una ayuda sustancial. "Tras 20 años de monogamismo fanático, Brigitte es quien me pone en contacto con la realidad. Yo soy un soñador profesional y ella me pone en una relación privilegiada con el mundo. A pesar de mi apariencia de camionero, soy una persona frágil y mi mundo es una tribu de amigos que me cuentan qué películas hay, qué exposiciones valen la pena...". Con todo, Starck ha promovido un moto-club (él dispone de tres motos, de la misma marca, matrícula y llave, en París, Nueva York y Tokio) y su emblema profesional es el que identifica a los socios de ese moto-club y un café japonés donde, por imposición del diseñador, los miembros del club tiene una consumición gratuita. "Son las pequeñas locuras que me permito".

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