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La escenografía del teatro barroco interesa cada vez más a los investigadores

La época más rica y compleja de toda la historia del teatro español, el Siglo de Oro, que puede abarcar desde finales del siglo XVI a la segunda mitad del XVIII, o desde las comedias de Lope de Vega a la muerte de Calderón, tiene en el campo de la escenografía un aluvión de investigadores, fenómeno reciente que fue iniciado en los años cincuenta por hispanistas extranjeros. El seminarioLa escenografía del teatro barroco, que ha terminado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, ha acumulado hallazgos y nuevas interpretaciones de filólogos e historiadores.

Dos grandes investigadores del teatro barroco, el norteamericano John J. Allen y el británico John E. Varey, animaron a sus colegas españoles a proseguir e intensificar los estudios de las escenografías y puestas en escena de las obras del barroco, ya que documentos y textos son abundantes en los archivos y bibliotecas españoles, aunque quedan escasos materiales de grabados y dibujos por la destrucción del antiguo Alcázar de Madrid.

Tanto Allen como Varey son asiduos a las jornadas de teatro clásico de Almagro, origen de una mayor preocupación por analizar las relaciones entre la arqueología teatral y el montaje actual de los clásicos. Los primeros contactos entre profesores y profesionales del teatro se han dado tímidamente en esas jornadas y en colaboraciones esporádicas para representaciones. La referencia ideal mencionada estos días en Santander fue el teatro isabelino, que a través de investigaciones puede ser reconstruido con exactitud y servir como ayuda a una actualización de sus textos, como lo demuestra el éxito de las obras de Shakespeare en Gran Bretaña.

Corrales de comedias

Allen, de la universidad de Kentucky, explicó las posibilidades de escenificación de los corrales de comedias, aunque es capaz de introducirnos en los aposentos laterales del corral del Príncipe. Este investigador de la arquitectura teatral sigue buscando la visión del espectador del Siglo de Oro en un corral de comedias, hecho no diferente, según dijo, del público que asiste en El Paso, en la frontera de México y Estados Unidos, a las representaciones de piezas clásicas.

El currículo de Varey, de la universidad de Londres, facilitado por la oficina de prensa de la UIMP, ocupa 15 folios. Junto con Shergold, es pionero, ya en los años cincuenta, de los estudios sobre la escenografía del teatro barroco, un nuevo camino que entonces era opuesto y ahora se intenta hacer coincidir con el seguido por los profesores españoles, empeñados en el .estudio de los textos y en la lectura del teatro como.una novela dialogada. Ha publicado 18 títulos y su serie de las Fuentes para la historia del teatro en España lleva ocho volúmenes. Allen le definió como "la fuente de las fuentes". Para indicar la riqueza de documentos, el británico dijo que un diccionario bibliográfico de autores españoles podría ocupar 10 volúmenes, mientras que en el caso de Francia se quedaría en 200 páginas.

Los hispanistas dedicados preferentemente al estudio de la escenografia del barroco tienen unos nombres y una distribución geográfica, facilitadas por José Lara, de la universidad de Málaga, cuyos máximos representantes han acudido al seminario de Santander. En el extranjero, ocho o 10 profesores en total trabajan en Estados Unidos, Gran Bretaña y Toulouse. En España, una treintena de profesores están en las universidades de Zaragoza, Valencia y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Además de las intervenciones de Allen y Varey sobre la escenografía en los corrales de comedia y de los autos sacramentales, Aurora Egido, de la universidad de Zaragoza y directora del seminario, explicó la puesta en escena de La fiera, el rayo y la piedra, de Calderón; José Lara se concretó en el texto y espacio escénico en Lope de Vega; Sebastián Neumeister, de la universidad libre de Berlín, expuso la función de propaganda política del teatro de corte; Alfonso Rodríguez de Ceballos, de la Autónoma de Madrid, se refirió a la tramoya y a los escenógrafos; Luciano García Lorenzo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, hizo referencia a los géneros dramáticos menores, y Alfonso Pérez Sánchez, director del Prado, mostró a los pintores escenógrafos que colaboran en las tramoyas de los teatros reales madrileños, sobre todo en el salón de comedias del Alcázar y en el coliseo del Buen Retiro.

Las novedades escenográficas llegaron a la corte española del siglo XVII en el equipaje del italiano Biaccio del Bianco, que fueron aplicadas y ampliadas en las comedias de capa y espada y en los escenarios con tramoyas y perspectivas pintadas, sobre todo en el coliseo del Buen Retiro.

Alfonso Rodríguez de Ceballos, historiador del arte, explicó los tratados sobre arquitectura y teatro (Vitruvio, Alberti, Viñola y Serlio), donde figuran todo tipo de máquinas y tramoyas, trucos y artificios que sustenta la magia teatral. El tratado de Eduardo Sabatini, escenógrafo de Pesaro, fue el que tuvo una mayor repercusión y podía solucionar todas las exigencias de los espectadores, siempre atentos a los cambios de escenas sin bajar el telón, aunque eran distraídos por un toque de trompeta, una riña simulada o la suelta de ratones en la cazuela de mujeres.

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