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BALONCESTO

España demostró ante la URSS que tiene soluciones de emergencia

Luis Gómez

La selección de Díaz Miguel, de pronto, se partió en dos. Y no ocurrió que se desmembrara por causa de algún cataclismo. Sucedió, simplemente, que el partido lo dividió en dos partes, como debe ser, como es reglamentario, pero para jugar con dos equipos; dos tiempos con dos resultados muy diferentes. Díaz Miguel terminó el torneo de Toledo, que se adjudicó España, con un ensayo terminal y medio apuntó una solución de urgencia.Para empezar, alineó a un equipo con Arcega II, Margall, Zapata, Arcega I y Romay, realmente poco usual. Lo desvirtuó un tanto más con la entrada de Ferrán Martínez y la posterior de Cargol. Era un equipo con tantos novatos, tan interesado cada cual en no cometer errores de bulto, que apenas pudo establecer un ritmo de juego. En la cancha se rifaban oportunidades y cada cual hacía el meritoriaje como se le daba a entender. Fe.rrán Martínez, intentando aprender a coger rebotes; Cargoll, en funciones de alero; Zapata, ensayando tiros de media distancia, y el ala pivot Arcega, cambiando todo un año de alero por unos días de pivot. La resultante fue que una semidesconocida selección soviética dorninara el partido hasta llegar al descanso con 37-49 a su favor.

En la reanudación, Díaz Miguel puso en la cancha a Solozábal, Epi, Sibilio, Jiménez y Romay. No había duda, el quinteto titular-nacional del Barcelona, más Romay haciendo de Bryant. La URSS se había colocado en un peligroso 41-58, pero en seis minutos el partido estaba resuelto: 63-62. Fue entonces cuando, cambio tras cambio, se produjo otra transformación curiosa: Montero, Villacampa y Margall, más Romay y Jiménez. Es decir, era el turno del Joventut, que remató la faena.

La selección probó pocas cosas, pero apuntó una indudable solución de urgencia: si pasa algo muy grave, si los entrenamientos no marchan, Díaz Miguel dispone de dos paquetes de hombres ya conjuntados, que sólo necesitan un guiño para encontrar respuestas habituales; dos circunstancias en las que cada quien conoce el itinerario de cada cual sin mirar su sombra.

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