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Javier Burgos

Dirige en Los Ángeles una asociación contra la vivisección

En 1981, poco después de leer el libro de Hans Ruesch Matanza de inocentes, Javier Burgos, nacido en Barcelona hace 41 años, fundó en Los Ángeles una asociación antiviviseccionista, Students United Protesting Research on Sentient Subjects (SUPRESS), que ahora trae de cabeza a los científicos norteamericanos que experimentan con animales. Su organización, que ha producido una película en la que se denuncian estas prácticas, quiere abrir próximamente una oficina en España.

Estudió Derecho e Idiomas Modernos en su Barcelona natal, y en 1971 se trasladó a Los Ángeles como representante de una firma española. Cuando, en 1974, la empresa se retiró del mercado norteamericano, Burgos se empleó como profesor de inglés en el consejo escolar de la ciudad californiana. "En 1981 leí Matanza de inocentes, un libro del historiador médico Hans Ruesch que cambió mi vida. En él se documentan las atrocidades que se están haciendo con los animales y te das cuenta de que la vivisección es un fraude científico de proporciones gigantescas".La organización que fundó y dirige ha crecido mucho en estos cinco años, hasta llegar a contar con 5.000 miembros, la mayoría de ellos en el sur de California. Recientemente han producido un documental de 78 minutos, Hidden crimes (Crimenes ocultos), en el que se recogen imágenes filmadas en los laboratorios viviseccionistas por ellos mismos y por el Frente de Liberación Animal de Estados Unidos. "Yo estoy seguro de que si este material pudiera verse masivamente habría una verdadera revolución", afirma.

"Los científicos que impulsan estas prácticas se presentan como bienhechores de la humanidad, cuando lo cierto es que son fraudes científicos. En este siglo esta gente no ha curado una sola enfermedad. Los avances de la medicina se deben más a las mejores condiciones de nutrición e higiene que a sus descubrimientos. Es pura charlatanería decir que se pueden hacer trasplantes de corazón gracias a los experimentos que se han hecho con vacas o perros. Son animales cuadrúpedos, por lo que sus sistemas cardiovascular, circulatorio y nervioso son distintos a los del hombre".

Una de las más sonadas batallas de SUPRESS se produjo hace dos años, cuando el cirujano Leonard Bailey trasplantó un corazón de mandril a una niña norteamericana, que acabó muriendo pocos días después. "Según él mismo declaró, Bailey llevaba 10 años trasplantando corazones a cabras y monos, y todos ellos habían muerto. Pese a ello realizó el trasplante a la niña, lo que quiere decir que él mismo sabía la inutilidad de sus experimentos con animales".

Vegetariano, antitaurino ("los toros me parecen una verdadera tragedia nacional"), Burgos no tiene previsto regresar a España, pero ha comenzado a hacer gestiones para abrir en nuestro país una oficina de su organización, posiblemente en colaboración con una asociación española, Alternativa de Liberación Animal (ALA). "Estados Unidos y Suiza son los países donde se realiza una mayor experimentación con animales, pero en España también se está haciendo. Yo reto a cualquiera de esos llamados científicos a un debate público para demostrar que son charlatanes, que sus investigaciones no sólo no nos benefician, sino que además son perjudiciales".

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