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Riesgo mortal

La mayor parte de los periodistas de los países latinoamericanos en los que el tráfico de drogas tiene una gran relevancia han optado por no ocuparse del asunto profesionalmente. Los pocos que se atreven, afrontan la amenaza constante de la muerte.Indagar sobre el narcotráfico "tiene el riesgo de que lo paren a uno, a mitad de la investigación, a balazos", aseguró Gerardo Reyes, responsable de la unidad investigadora del diario El Tiempo, de Colombia, el de mayor circulación en el país.En Perú, uno de los periodistas más destacados en la información sobre el narcotráfico, Gustavo Gorriti, del semanario Caretas, declaró haber recibido muchas amenazas telefónicas, aunque todavía no ha sido objeto de ningún atentado. En la revista circula el rumor, impulsado por el abogado de un importante narcotraficante local, de que han llegado al país dos mercenarios colombianos con órdenes de "adoptar medidas duras frente a la Prensa". Aún se recuerda en Lima el caso del periodista de La República Orlando Carrera, quien fue acribillado a balazos en 1983, tras una serie de informaciones acerca del cultivo de la coca en la selva.

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Según todos los periodistas consultados, hay dos tipos de traficantes: los pequeños, que amenazan, y los grandes, que simplemente actúan.

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