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David y otros dioses

Danza Nacional de Cuba

Con Silvio: Boán-Silvio Rodríguez; Mackandal: Manolo Vázquez-Armando Guerra; Sulkary:Eduardo Rivero; Panorama: Víctor Cuéllar-Leo Brower; Rey de reyes: Nereida Doncel; Michelangelo: Víctor Cuéllar-Sergio Vitier; Panorama.

Música en directo: orquesta de percusión y voces de Danza Nacional de Cuba.

Teatro Romano.

Mérida, 15 y 16 de agosto.

La preparación básica de los bailarines es un buen arranque que permite especular en la creación coreográfica. Danza Nacional de Cuba tiene más de 25 años de tradición formativa, y eso se nota en cuanto salen a escena. Las técnicas modernas han sido hábilmente mezcladas con la tradición criolla, sin que se noten fisuras, y puede decirse que ha brotado el germen de una escuela contemporánea donde juegan papeles básicos la cultura balletística (este conjunto nunca ha interrumpido su clase diaria de ballet clásico), la técnica Graham (asimilada al calor antillano) y el folclor.

Se hace necesario matizar este último aporte, ya que puede prestarse a interpretaciones erróneas. Los creadores coreográficos de Danza Nacional de Cuba sienten el compromiso de acercarse a las raíces, pero a través de una danza llena de exigencias y marcando un virtuosismo pleno de sentido. Con Silvio está tratado a partir de una lírica fresca y nueva. La coreógrafa arma su pieza en ascensión hacia un número final de conjunto que ilustra, sin reiteraciones realistas y con buen gusto, la canción escogida como número de cierre.

Mackandal es un solo que tiene su inspiración en El reino de este mundo, de Alejo Carpentier, y en la obra pictórica de Wilfredo Lam. Es el esclavo rebelde que huye por la jungla perseguido por una jauría. Reinaldo Suárez hace un baile enérgico, y aunque la coreografía se hace por momentos demasiado mímica y larga, este bailarín la sostiene dignamente hasta el final. Algo parecido sucede con Rey de reyes, una pieza que confía en la majestuosidad de su escenario y trajes que reflejan el panteón africano, pero donde ciertas evoluciones de grupo no están claras.

Sulkary es un clásico del conjunto que ya se ha visto en España. Tres parejas cumplen en escena el rito del amor a la manera de las culturas primitivas del África atlántica. Una verdadera pieza maestra de ritmo dancístico que preconizó en su momento la fusión de estilos que hoy es ya una realidad.

Bailar

Panorama es una ambiciosa producción que tiene momentos brillantes. Es ese tipo de coreografía -como las que hacía Balanchine- que obliga a bailar a todo el mundo. Lo más interesante es cuando Cuéllar hace convivir en escena una pareja de atuendo tradicional y, a su lado, el cuerpo de baile, en mallas, interpreta la tradición con pasos culteranos de danza. La estilización crítica que se produce, verdadera revisión de la génesis del baile, integra fluidamente contradanza y mambo a una danza elaborada en el taller profesional.

Michelangelo es una coreografía estrella. Rubén Rodríguez interpreta el David escultórico desde hace unos siete años. Su físico y su baile han madurado, y eso ayuda a que un monólogo cargado de significado como es éste llegue con toda claridad al público. El baile es de una dificultad técnica calificable de poética, que Rubén vence desplegando su salto y su giro con seguridad.

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