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La televisión y el dinero unen a EE UU y la URSS en los Goowill Games

La televisión, socio privilegiado del deporte y garantía absoluta en los últimos tiempos para el éxito económico de los Juegos Olímpicos, actuará por primera vez por bu cuentá al organizar en Moscú los Goodwill Garnes (Juegos de laBuena Voluntad). Desde mañana y nasta el día 20 los organizadores esperan recibir a unos 3.500 atletas de 18 deportes. Tras los boicoteos de Moscú 80 y Los Ángeles 84, el magnate norteamericano de la televisión, Ted Turner, en muy buenas relaciones con sus colegas soviéticos, ha tratado de unir con su poder a las dos grandes potencias.Los Juegos de la Buena Voluntad serán una competición nueva, al margen de los grandes organismos que rigen el deporte. Esta iniciativa, mucho más ambiciosa por parte del sector privado qqe los Juegos Olímpicos de Los Angeles 84 -controlados, en el fondo, por el Comité Olímpico Internacional-, inquieta al movimiento deportivo mundial. Se espera el éxito o fracaso del proyecto para tomar medidas con vistas al futuro. Turner, alma del mismo, es el dueño de la empresa de comunicación TB S, que en 19 84 tuvo 10 millones de dólares de beneficios -unos 1.400 millones de pesetas-. La audiencia de su cadena de televisión alcanza a 35 millones de telespectadores en Estados Unidos. Turner, gran regatista, fue el patrón del yate norteamericano Courageous, ganador en 1977 de la Copa América de vela, cuando aún Australia no había logrado romper la hegemonía estadounidense.

Incógnita

Los Juegos de la Buena Voluntad son una incógnita en cuanto a su desarrollo, tanto económico como deportivo. Aunque la TBS asegurará la cobertura televisada y los gastos de viaje y la URS S la estancia completa de los participantes, parece ser que no todos los patrocinadores han respondido, por lo que existe ya un déficit esperado de 10 millones de dólares. En cuanto a la participación, será muy irregular, dependiendo de los países y los deportes. Todo se ha hecho por invitación y con rnúltiples visitas propagandísticas en distintos lugares del mundo. Bajo el estandarte de la paz, sin embargo, no se ha podido ocultar el lógico negocio que supone una organización totalmente privada, basada en la publicidad, tanto de empresas occidentales como del propio Estado soviético.

No se descarta, en este sentido, que las dos grandes potencias hayan querido dar un aviso a Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional -al que ya consiguieron frenar hace unos meses en su intento de profesionalizar cada vez más el olimpismo-, de que ellas también pueden rebelarse al máximo nivel.

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