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FIN DE UNA DICTADURA

Marcos llega a Hawai bajo la protección de Reagan

Francisco G. Basterra

El depuesto ex presidente filipino Ferdinand Marcos llegó ayer al Estado norteamericano de Hawai, tercera escala de su exilio, sin que haya aún decidido si se quedará en EE UU, donde puede tener problemas legales para defender los cientos de millones de dólares que invirtió durante sus 20 años en el poder. El nuevo régimen de Corazón Aquino intentará legalmente recuperar esta riqueza, que la presidenta dijo que había sido "robada" al pueblo. La Administración de Reagan le ha prometido al ex presidente filipino "un refugio seguro" en Estados Unidos.

Marcos, su familia y sus colaboradores más próximos, entre ellos el general Fabián Ver, al que se considera implicado en el asesinato de Benigno Aquino, llegaron a Honolulú, en un avión de transporte norteamericano C-140, a media tarde de ayer. En esta ciudad, es posible que Marcos se someta a tratamiento médico de la grave enfermedad degenerativa que afecta a sus riñones y que hace que los médicos pronostiquen que no vivirá mucho tiempo.La Casa Blanca dijo ayer que existe la posibilidad de que Marcos se quede a vivir en Hawai, donde posee una casa y también viven dos íntimos amigos suyos millonarios. De momento, permanecerá en la base de la fuerza aérea de Hickham.

La hostilidad de una gran mayoría del casi millón de filipinos que vive en Estados Unidos y la seguridad de que la Prensa y sectores del Congreso seguirán investigando el pasado de Marcos está haciendo dudar al ex presidente de la conveniencia de aceptar el asilo que le ofrece su amigo Ronald Reagan.

Mientras se decide el destino final de Marcos, el Gobierno norteamericano dijo ayer que "va a haber muchos problemas en Filipinas, pero sólo un Gobierno apoyado por el pueblo puede hacerles frente". "Por fin hemos hecho algo bien", era una expresión que se podía escuchar ayer en medios gubernamentales y en sectores críticos de la Administración de Reagan.

Washington expresó su satisfacción por el Gobierno nombrado por Aquino, al que se califica de "centrista", y por los nombramientos en el Banco Central, aunque vería con agrado que la nueva presidente elija también nuevas caras fuera de la oligarquía tradicional y personalidades no vinculadas con el régimen caído.

Estados Unidos ha prometido al ex presidente filipino -al que oficialmente siguió elogiando ayer como un "amigo y firme aliado" que ha mostrado "dignidad y fortaleza" en su largo reinado de dos décadas- "un refugio seguro" en Estados Unidos. La Administración de Reagan le ha garantizado también que estará a salvo de una extradición.

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Un informe del espionaje norteamericano cifró en 3.000 millones de dólares (unos 420.000 millones de pesetas) la fortuna de los Marcos fugada al extranjero. Gran parte de esta cantidad está en Estados Unidos y, sólo en Nueva York, según fuentes del Congreso, la ex primera familia filipina tiene 350 millones de dólares en propiedades inmobiliarias. La Casa Blanca desmintió ayer que Estados Unidos vaya a congelar estos bienes. Pero legalmente sería diricil que el Gobiemo pudiera garantizar la protección de estos activos.

El congresista Stephen Solarz, el principal crítico de Marcos en el Parlamento, ha anunciado que está preparando legislación para ayudar al nuevo Gobierno de Manila a recuperar los bienes del ex dictador.

Heherson Álvarez, uno de los principales asesores de Corazón Aquino, ha dicho que el nuevo Gobierno utilizará todos los medios legales para recuperar los bienes que Marcos y su familia supuestamente han enviado al extranjero.

El Congreso presiona para que Estados Unidos aumente inmediatamente la ayuda a Filipinas; este año la cantidad prevista es de 233 millones de dólares, incluida la ayuda militar, económica y alimenticia. El Departamento de Estado dijo ayer que habrá más ayuda pero bajo "ciertas condiciones" y se declaró dispuesto, así como la gran banca, a una renegociación de la deuda externa de Filipinas, 26.000 millones de dólares, un tercio de ella contraída con bancos norteamericanos. Algunos senadores son partidarios de proceder con mayor prudencia y exigir antes una definición de Corazón Aquino sobre el futuro de las dos bases norteamericanas en territorio de Filipinas.

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