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Reportaje:LA UNIÓN SOVIÉTICA ANTE EL CONGRESO DEL PCUS/ y 3

Tolerancia para que la cultura aborde la crítica social

Pilar Bonet

La reivindicación de lo soviético -entendido a menudo como lo ruso- frente a los valores de la cultura occidental es uno de los rasgos que se perfilan en el mundo de la cultura en la URSS, en vísperas del 27º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). La cultura ha ido por detrás de la economía en la lista de prioridades de los dirigentes soviéticos, quienes hacen gala en la actualidad de un mayor grado de tolerancia en el campo de la crítica social, un género publicitario que recibe el apoyo oficial y en el que los protagonistas son miembros del partido y jóvenes trabajadores preocupados por su país. La crítica social se estímula especialmente en los medios de comunicación.

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La televisión se ha llenado de denuncias y el periodista es concebido como un ayudante de la justicia. El fiscal general, Alexandr Rekunkov, ha pedido ayuda a la Prensa, y la televisión, cuyo máximo dirigente, Aleksandr Aksionov, procede del Comité de Seguridad del Estado (KGB), organiza campañas contra el alcaholismo e invita a la denuncia ciudadana.Aparte de la sustitución de Sergei Lapin, un periodista de profesión, al frente de la televisión soviética, funcionarios del aparato del Comité Central han entrado en Sovietskaia Kultura y Ekonomicheskaia Gazeta, dos publicaciones especializadas en cultura y economía, respectivamente, en sustitución de los directores antes existentes.

En el establishment cultural, sin embargo, hay aún poco movimiento, y A. Chakovski, el director de Líteraturnaia Gazeta, sigue en su puesto pese al ataque que le lanzó desde la conferencia del PCUS en Moscú el escritor Felix Kuznetsov. Poco después de que Kuznetsov dijera que la novela Victoria, de Chakovski, es "floja", el director de Literaturnaia Gazela aparecía en la televisión, con lo que se demostraba que "tiene amigos". Victoria, una versión cinematográfica de la novela del mismo título, fue la cinta bandera de cuantas se dedicaron al 40º aniversario, en mayo, de la victoria sobre el nazismo.

El ministro, en su sitio

El ministro de Cultura, Piotr Demichev, continúa en su puesto, pero medios intelectuales moscovitas opinan que su presencia en el ministerio hace imposible cualquier movimiento de envergadura en el terreno cultural, donde la publicación de una entrevista con el pintor Salvador Dalí constituye un hecho aislado.

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En la reseña inaugural de la exposición dedicad a al 27º Congreso en la Sala Central de Exposiciones o Manezh, la televisión soviética nombró a Dernichev de pasada como asistente y sin citar ni el cargo de ministro de Cultura ni el de miembro suplente del Politburó. En una sociedad como.la soviética, tales omisiones son relevantes.

El contenido de la gran exposición del Manezh -más de 2.000 obras pertenecientes a más de 1.000 artistas- consiste básicamente en producciones típicas del realismo socialista, todavía doctrina oficial artística recogida en el programa del partido. Aparte de los obreros de potente músculo y las campesinas de pañuelo a la cabeza, hay algunas cosas ligeramente diferentes, pero no están en el catálogo, y en cualquier caso es poco probable que se repita el enfrentamiento que en 1962 tuvieron, en este mismo edificio, él entonces máximo dirigente, Nikita Jruschov, y el escultor Ernst Niezviestni, hoy residente en EE UU.

La defensa de las tradiciones culturales propias es parte del nuevo mensaje cultural. El siberiano Valentín Rasputín habla de ecología, y Yuri Bondarev critica la destrucción de la arquitectura moscovita en la época de Stalin y, entre otras cosas, la demolición de la iglesia de Cristo Salvador. Bondarev ser manifestaba en contra de la "destrucción del pasado" en nombre del "desasosiego tecnocrático".

La conservación del pasado está ligada al elemento ruso en la Prensa central. Con ocasión del mílenio de la religión ortodoxa, que se cumple en 1988, se desarrolla actualmente una campaña de restauración de iglesias, que durante muchos años han sido descuidadas. Las iglesias ortodoxas, en gran parte destruidas o inutilizadas, son ahora consideradas como parte del legado cultural, que se potencia eliminando al máximo las connotaciones religiosas.

Lo occidental se denigra en la Prensa, que sigue criticando a la juventud burguesa, los punkies y la música occidental.

En la obra de teatro Trampa número 46, tamaño 2 se llega a cuestionar el gusto por los pantalones tejanos de importación, y el héroe, un adolescente, lleva unos pantalones clásicos de lana marrón, a diferencia de los miembros de las bandas juveniles que aparecen en el escenario. Académicos e historiadores reivindican las tradiciones rusas, y hasta Pedro el Grande es discutido en su clásico papel de introductor de las corrientes occidentales en Rusia.

El historiador Nikolai Molchanov afirmaba que Pedro el Grande quería una Rusia poderosa, cultivada y desarrollada. Y por ello tuvo que invitar a forasteros, ya que "no tenía sus propios especialistas en campos avanzados de la ciencia y la tecnología". En algunos medios intelectuales se temen las tendencias rusófilas en la cultura, pero el responsable de propaganda del Comité Central, Alexander Yakoviev, es un conocido adversario de la rusofilia, a la que se opuso públicamente a principios de la década de los setenta.

Entre lo nuevo-viejo de la actualidad está Alexei German, el director de cine de Leningrado, que verá dentro de poco estrenada su primera película -Control en los caminos- tras un letargo de 15 años de espera. La película se sitúa en un ambiente de partisanos al otro lado de las filas alemanas en la II Guerra Mundial.

Unos fragmentos han sido proyectados ya por televisión y medios intelectuales opinan que "hubiera podido estrenarse mucho antes" si German no hubiera entrado en conflicto con Grigori Romanov, el miembro del Politburó considerado un día el máximo rival de Mijail Gorbachov y enviado a la jubilación el pasado verano. El cine de German enlaza con un modo de ver las cosas considerado soviético. "No es ni Alexandr, Solyenitsin ni Vasili Axionov", dice un intelectual refiriéndose a las dos tendencias opuestas (rusofilia y occidentalista) dentro de la literatura soviética de las últimas décadas. "German no se ve, a sí mismo en un contexto cultural mundial",dice, "sino en un ámbito soviético, y prácticamente no sabe siquiera quién, es Win Wenders".

Autonomía teatral

Entre lo concreto en el campo cultural está el proyecto de dar autonomía a 800 teatros para que elijan ellos mismos su repertorio y se autofinancien con su producción; ello acabaría con la obligación del teatro de Opereta de Moscú de dedicar la mitad de su repertorio a la opereta soviética, indica una fuente moscovita.

En la cultura, Raisa Gorbachov, la esposa del líder soviético, ha tenido un papel propio. A finales del año pasado visitó una exposición de pintores románticos celebrada en el Museo Pushkin, y se dice que la galería Tetriakov ha recibido fondos para su restauración, que ya se encuentra en marcha gracias a la intervención de Raisa.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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