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DESPUÉS DE LA CATÁSTROFE ESPACIAL

La URSS silencia el carácter militar del transbordador

Pilar Bonet

El dirigente soviético Mijail Gorbachov envió ayer un telegrama de condolencia al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, por la "trágica muerte" de la tripulación de la nave cósmica Challenger, según la agencia soviética Tass, que informó también del envío de otro mensaje de pésame de los cosmonautas de la Unión Soviética a sus colegas norteamericanos. Las informaciones soviéticas no hacían referencias al supuesto caracter militar del programa de transbordadores espaciales estadounidenses , concretamente la llamada guerra de las galaxias , un punto al que se habían dedicado regularmente los comentarios en el pasado

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El locutor Igor Kirilov, especialista en dar las malas noticias en la televisión soviética, apareció en Yremia, el informativo nocturno, y leyó, vestido de negro y en tono grave, la condolencia de Gorbachov. Kirilov es el locutor que ha leído las defunciones de Breznev, Andropov y Chernenko.El líder soviético expresó además su pesar al pueblo norteamericano y a las familias de los fallecidos, según Tass. Los medios de comunicación de la URSS seguían ayer informando de la catástrofe, que era recogida en el periódico Pravda, en la radio y, en versión ampliada, por la agencia Tass. Hasta la mañana de ayer, la televisión soviética había mostrado en tres ocasiones la misma filmación del accidente, que costó. la vida a siete personas.

Citando fuentes norteamericanas, Tass afirmaba que la serie de transbordadores espaciales estadounidenses será aplazada hasta que se aclaren las causas del accidente. La agencia recogía la afirmación de Ronald Reagan según la cual EE UU proseguiría su programa cósmico independiente mente de la catástrofe.

En diferentes ocasiones, la Prensa soviética ha atacado el programa de transbordadores espaciales norteamericanos y ha juzgado que éste es un primer paso en los planes de militarización del cosmos.

A finales de enero de 1985, Pravda señalaba que los transbordadores espaciales eran usados por quienes querían convertir el espacio en un campo de batalla para obtener un dominio global. Según afirmaba entonces la Prensa soviética, el transbordador espacial tenía por objeto poner en órbita un satélite para espiar a la URSS. Aquellas informaciones eran atribuidas a medios de comunicación norteamericanos y Pravda relacionaba el lanzamiento del transbordador con otras pruebas de armas espaciales, tales como los misiles antisatélites lanzados desde el cazabombardero F-15.

Vehículo semejante

El desarrollo de un vehículo de tipo semejante al transbordador ha sido objeto de estudio por los científicos espaciales soviéticos, según habían afirmado en el pasado representantes de este país, que no habían dado detalles ni se mostraban convencidos de la rentabilidad de la empresa. Expertos occidentales opinan que la URSS ha estudiado dos modelos distintos de transbordador espacial, un avión de pequeño tamaño y un vehículo de mayores dimensiones, así como la elaboración de nuevos cohetes propulsores de gran potencia.

El programa espacial soviético se ha concentrado en la creación de una estación permanente tripulada y a este fin va destinado el complejo Saliut-Soiuz, cuyas tripulaciones se suceden unas a otras para realizar experimentos y aumentar récords de permanencia en el cosmos. La historia de las naves tripuladas soviéticas no permanece al margen de dificultades de distinto tipo. En 1967, el cosmonauta V. V. Koinarov se mató al fallar el paracaídas durante el aterrizaje de su cápsula. Esto retrasó el programa Soiuz durante año y medio hasta que finalmente se consiguió prolongar el tiempo de permanencia en órbita mediante la instalación de placas solares que se abrían en el espacio a modo de alas. La Soiuz fue modificada para trasladar cosmonautas a la nave Saliut, pero tras el accidente ocurrido en 1971, durante el cual murieron tres cosmonautas a consecuencia de una súbita despresurización en el aterrizaje , la nave Saliut se hizo más segura.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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