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Ana Rossetti: "Sólo puedo ser desobediente"

La escritora ganó el Premio de Poesía Juan Carlos I por su libro 'Devocionario'

Andrés Fernández Rubio

La fascinación que los ritos de la liturgia católica y los nombres de sus celebraciones ejercen sobre Ana Rossetti la llevaron a escribir Devocionario, un libro de poemas con el que acaba de ganar el Premio Internacional de Poesía Juan Carlos I, fallado anteayer en Marbella (Málaga), cuyo Ayuntamiento lo patrocina con la iniciativa de la revista Litoral, y dotado con medio millón de pesetas. "Sólo puedo ser desobediente", dice esta gaditana de 35 años, que ha publicado ya tres libros, en los que la sensualidad se mezcla con referencias culturales y de la infancia. "No puedo ser perversa porque no soy consciente de mi espíritu" añade.

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Testimonio rebelde

En la misa de difuntos hay una parte titulada Invitatorio, y en el santoral se celebran fiestas dedicadas al Dulcísimo Nombre de María y a la Preciosísima Sangre de Jesús. Estos nombres siempre le han parecido "evocadores y sugerentes", y cuando era niña creía que el rito de la Invención de la Santa Cruz era un invento, no un descubrimiento. "Yo he pensado en estos nombres como títulos de poemas en sí", dice, "y el hecho de que aproveche el catolicismo viene de que mi formación es católica, y me parece una cultura interesante que creo absurdo rechazar. Lo de practicar es accesorio; yo no practico, pero mi herencia es cristiana, y la aprovecho".Ana Rossetti no intenta en este libro escribir poesía mística. Su trabajo va por otro camino, es sensual y corpóreo. "Estoy muy imbuida en esta época", afirma, "y no me entra nada que no venga a través de mis sentidos. El sexo, si no se ve acompañado por otros sentidos, es una tontería". Para Rossetti, la mística y el sexo son dos vías parejas, pero que funcionan con esquemas distintos, y cree que se pueden confundir, porque ambas son expresiones trascendentes. Se refiere a Ortega cuando éste dice que hay muchas maneras de salir sobre sí, desde la mística hasta el aguardiente, y considera a Freud un "antiguo", porque este autor cree que todo lo que le pasa a alguien viene por sus ganas de sexo. "Hay otras apetencias", señala, "de prestigio, de poder, de posesión de un lavavajillas..."

Sensualidad tridentina

La escritora considera a la religión católica como muy sensual, y la liturgia tridentina le parece una auténtica apoteosis de los sentidos, relacionada con los ritos dionisiacos. "Cuando era pequeña y asistía a estas celebraciones en latín no podía mantenerme ajena", dice. "Los sacerdotes, el incienso, los manteles de tul con lentejuelas, los diáconos y los acólitos, todo era una expresión muy fuerte, que he intentado recrear".

Rossetti es una mujer gesticulante, llena de curiosidad. Nunca ha perseguido títulos académicos, por ese afán suyo de no especializarse en nada y disfrutar con todo. Uno de sus poemas de Devocionario, titulado Purifícame, es una evocación de la infancia, cuando, encontrándose en el jardín de su abuela, se sintió feliz, una sensación de beatitud, al mirar su falda de cuadros escoceses. "Mi abuela narraba su infancia de una forma excitante", dice, "y supe por ella de la importancia de atesorar momentos del pasado".

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