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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los vuelos de Iberia

No cabe duda de que la compañía aérea Iberia representa a España en los vuelos internacionales, y ahora que España ya es europea, debería esmerarse en ello. Lamento decir que el papel de Iberia en Europa es el de villano, porque no se puede maltratar tan cruel y despiadadamente a los pasajeros que vuelan en ella si surge algún contratiempo, como ocurrió en el vuelo 755, Roma-Barcelona-Madrid, del 22 de noviembre. Cuando el avión, repleto, iba a iniciar el despegue, sentimos todos un gran ruido y un violento traqueteo que nos puso los pelos de punta. ¿Era aquello la repetición del accidente de Málaga, hace tres años? Por fortuna, el comandante de la nave pudo dominarla y nos anunció inmediatamente que uno de los motores había fallado, por lo que deberíamos regresar al aeropuerto Leonardo da Vinci, ya que al de Barajas era imposible llegar en esas condiciones. Bravo por el comandante que nos salvó la vida.Y aquí empezó nuestro calvario, que duró 20 horas. Después de largas esperas, nos dieron de cenar en el ristorante del aeropuerto y, por fin, a eso de las dos de la madrugada, nos enviaron en unos mugrosos autobuses a un hotel de tercera clase, situado a unos 15 kilómetros del aeropuerto, con la promesa de que al día siguiente volaríamos a España a las diez de la mañana. A esa hora no había aparecido un solo funcionario de Iberia en el aeropuerto. Una hora después, a nuestras preguntas en la oficina de informazione, la respuesta, seca y desconsoladora, era: "Non sapiamo niente". Íbamos de un lado para otro, con nuestras maletas, sin saber qué hacer. Hubimos de desayunar por nuestra cuenta, oíamos rumores de próximas salidas que no se confirmaban y, por último, supimos por casualidad que un avión turco salía para Madrid a las 13.30. Nos precipitamos como los náufragos a una balsa hasta la ventanilla de la Turkish Airlines. Allí, un funcionario de dicha compañía, de gran-

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des bigotes y gesto adusto, no nosaseguró nada. Largo suspense en que todos queríamos ser los primeros en caso de... Al fin, como el avión turco sólo contaba con cuatro o cinco pasajeros, admitió a los náufragos del vuelo 755 de Iberia. De Iberia no se presentó un solo funcionario.

Y así, en el pintoresco avión turco, cuyo servicio interior no puede citarse corno modelo, pero cuyo piloto era excelente, aterrizamos en Barajas, que nos pareció la imagen misma del sueño. Y pensamos, como aquel personaje de Hamlet, que "algo podrido hay en el Estado de Dinamarca" lléase compañía aérea Iberia).-

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